No hay nada más real y concreto que la economía, aunque sea una ciencia crónicamente inexacta y que los expertos adivinadores se equivoquen una y otra vez. Pero, bueno, el asunto es que todo se reduce a una premisa muy elemental: el dinero no crece en los árboles. Así de simple y sencillo, señoras y señores. Y así de poco claro el tema, al mismo tiempo, para la gente engatusada por el canto de los demagogos.
Estaríamos aquí mucho mejor si la retórica nacionalista no se hubiera impuesto por encima de la realidad de las cosas. Hemos preferido ese discurso, sin embargo, porque vamos de pueblo agraviado y de nación sojuzgada por el “extraño enemigo”. La historia patria es nuestra actualidad de todos los días y, con la mirada puesta en el pasado, nos importa más la revancha que lo provechoso. No nos ha funcionado el modelo de nostalgias y oscuras desconfianzas, desde luego, pero seguimos rechazando fieramente la modernidad sin admitir la responsabilidad que tenemos en el fracaso. ¿Pemex tendría que ser un buen negocio antes que nada, no? Pues, al parecer, lo que importa es que sea una empresa “de todos los mexicanos” y símbolo inmarcesible de nuestra “soberanía”. Por cierto, ¿qué tan poco soberanos son todos aquellos países que han “entregado” sus estratégicos recursos energéticos a inversores privados? Pienso en los Estados Unidos, en los Países Bajos o en España. Ustedes dirán.
En fin, volviendo al tema del dinero, ya que el Gobierno anda en lo del tal “paquete” económico, resulta que los números sí importan, después de todo. La propuesta del encargado de Hacienda es una muestra de disciplina fiscal y responsabilidad financiera lo cual nos habla de que el presidente de la República no va a llevar a este país al despeñadero del gasto incontrolado. No es poca cosa, cuando piensas en la Venezuela de Maduro o en la Argentina de los Kirchner.
Pues, justamente, ¿podrían dejar a Pemex en manos de valientes inversores en vez de rescatarla con nuestros impuestos? Digo, tendrían más lana para sus programas sociales. Y ya puestos, ¿no quisieran también retomar el proyecto del aeropuerto de Texcoco? ¡Imaginen el billete que les va a entrar cuando comercialicen el terrenazo del actual aeropuerto! Más plata todavía, oigan. ¿No quieren?
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