Lo más interesante del partido se produjo antes. Quini fue homenajeado por la selección y Ramos, que va para récord mundial, igualaba a Casillas con 167 entorchados, palabra que solo se utiliza ya en este contexto. Hubo también un emocionante minuto de silencio dedicado a Xana, la hija de Luis Enrique. Es un asunto tan dramático que hace muy difícil ponerse a pensar a continuación en el sistema defensivo de las Islas Feroe. Hay cosas que devuelven al fútbol a su lugar irrelevante. O eso pensamos. Hace unos años, los hinchas del Manchester United sacaron una pancarta que decía: «United, niños, esposa. Por ese orden».
¿Por qué siempre nos tocan las Islas Feroe? ¿Por qué pese a todo no somos capaces de situarlas en el mapa?
La táctica de Islas Feroe consistió en precaución con un poquito de fútbol. Para soportar el partido había que sujetarse los párpados con dos palillos como en «La Naranja Mecánica».
A pesar del gol de Rodrigo, España fue decayendo en la primera parte contagiada por la negatividad del archipiélago. Valdano dijo una vez que jugar contra un equipo que no quiere atacar es como hacer el amor con un árbol. Esto era más o menos como un coito de Suso con un abedul. Primero destacó él en el movimiento, y luego Thiago, que hasta intentó una buena volea. Lo que pasa con Thiago es que nunca hace un partido completo con España y alterna siempre dos genialidades con un error. Su fútbol es como el morse.
Al llegar al descanso estaba claro que Robert Moreno había sucumbido, como tantos antes, al mal español de tener todo el balón y ningún espacio. ¿Cómo afrontaría esto? Es un equipo técnico de analistas con pinganillos. Parece el banquillo de un equipo de fútbol americano. España ha pasado de la corazonada gilista, o de la corazonada florentiniana (con un plan de negocio más estructurado) a los científicos. Se nota en la prensa. Hace veinte años, tener parabólica te convertía en un friqui. Ahora es lo mínimo. Hay que dominar la informática, el ácido láctico, teorizar los límites de la basculación asintótica del carrilero y abandonar por completo el uso de los artículos.
En cuanto surgieron los espacios, que son como los silencios en la música, España alegró su juego. Así llego el segundo gol de Rodrigo. Pero la vieja expresión «abrir la lata» no dice mucho ya. Meten uno, meten dos, y los rivales siguen igual. Los berberechos no caen.
España empezaba en los pases de Hermoso, pasaba por Parejo y acababa en Rodrigo. La selección puede verse también como el lugar que recoge el diálogo de la cantera madridista con el resto de clubes. El plus ultra que hay tras el Castilla.
Pese a los goles finales de Alcácer, el partido acabó sin grandes sudoraciones.
