Lo normal es que Sepp Kuss se hubiera dedicado al esquí, como su abuelo. En Durango, Colorado, la ciudad a 2.000 metros de altura donde nació, lo extraño es que naciera su afición a la bici. Pero Sepp Kuss es ciclista. Y de los buenos.
Dolph Kuss, abuelo del ganador de la etapa del Acebo, fue entrenador de esquí nórdico en el equipo olímpico estadounidense. Desde 1963 hasta 1972, incluidos los Juegos Olímpicos de 1964 en Innsbruck, Austria, y los Juegos Olímpicos de 1972 en Sapporo.
Sepp Kuss se hizo notar en el ciclismo de élite al ganar el año pasado el Tour de Utah, además de tres etapas, con una facilidad asombrosa. Antes de eso había sido tres veces campeón universitario de mountain bike y había probado con el cross country. Pero es en la bici de carretera donde están su presente y su futuro.
La Vuelta del año pasado fue su primera participación en una grande. Este año repite en la carrera española después de haber participado en el Giro. Pero ha llegado en mejor forma, menos desgastado. "El año pasado a estas alturas ya estaba muerto en la Vuelta. Aprendí y corrí el Giro este año, que me sirvió para coger experiencia", explica. Luego corrió el Dauphiné y esa preparación le ha servido para llegar en su mejor forma a la carrera española.
Kuss es el gregario más fiable de Roglic en la montaña. Cumple 25 años el 13 de septiembre, dos días antes del final de la Vuelta, y compensa su 1,80 de altura con sus poco más de 60 kilos de peso. Eso le permite subir con agilidad, con una soltura insultante que le permite gestos como el de terminar la etapa chocando las manos con los aficionados que veían pasar la carrera por detrás de las vallas. "Normalmente son los aficionados los que nos dan fuerza a nosotros y he querido compartir un poco mi alegría con ellos", asegura.
Después, con la misma naturalidad con la que afrontó los últimos metros de la etapa, se bebió la cerveza que ofrece uno de los patrocinadores de la Vuelta a los ganadores en lugar del cava tradicional. Así es Sepp Kuss.
