Cuando estalló el escándalo en torno a los abusos y agresiones sexuales por parte de Harvey Weinstein, el 5 de octubre de 2017, Kevin Spacey también pasó de megaestrella a paria de Hollywood en un abrir y cerrar de ojos: tras un rosario de acusaciones en su contra similares a las del antaño poderoso productor, la mayoría por parte de jóvenes actores (o aspirantes a ello), su nombre entró en la lista negra. Se le despidió de la serie «House of Cards», su trabajo televisivo más emblemático; se canceló su presencia en festivales y promociones; la taquilla le dio un severo varapalo (el estreno de «Billionaire Boys Club» fue uno de los peores de la historia), su fortuna empezó a menguar de manera considerable y, deprimido, se apartó de todo y casi de todos. De hecho, cuando el pasado 7 de enero se sentó en el banquillo de los acusados frente a un juez de Nantucket (Massachusetts), acusado de asaltar al hijo de la periodista Heather Unruh en un bar, en el año 2016, muchos vieron en ello el segundo acto de un drama cuyo desenlace parecía previsible: culpable. Sin embargo, a mediados de julio el caso se desestimó por falta de pruebas.
Spacey, tras más de 40 denuncias en su contra, solo tiene otros dos procesos judiciales abiertos, aunque su actual situación procesal es lo suficientemente liviana como para disfrutar de unas vacaciones por Europa y reaparecer en público. Y lo ha hecho en Lisboa, donde el pasado fin de semana se dejó ver en compañía de un grupo de unas diez personas, en su mayoría portuguesas.
Una foto con él
El ganador de dos premios Oscar -como mejor actor de reparto en «Sospechosos habituales» y por su papel protagonista en «American beauty»- se mostró muy sonriente en la capital portuguesa y quiso dejar claro que está superando las turbulencias vividas. Al fin y al cabo, muchos lisboetas se le acercaron para fotografiarse a su lado, a lo que Spacey accedió de mil amores. A sus 60 años, el actor causó sensación en una de las calles de moda en la capital portuguesa, Nova do Carvalho, donde se concentran bares y restaurantes junto a la estación de Cais do Sodré, desde donde parten los trenes hacia Cascais. Kevin Spacey entró en Collect, el establecimiento del chef local André Silva… aunque su elección gastronómica no se distinguió precisamente por su apuesta de corte autóctono, ya que se lanzó a engullir una hamburguesa de pollo.
Tampoco quiso perderse el ambiente nocturno y pululó por varios pubs del concurrido Barrio Alto antes de dar el salto a la mejor discoteca del momento de la ciudad, Lux Frágil, en el muelle de Santa Apolonia.
Parada en Roma
Pero Lisboa no ha sido la única parada en el periplo europeo de Kevin Spacey. Hace solo unas semanas, el actor exhibió su asombro en las salas del Museo Nacional Romano, en la capital italiana, pues le encantó el impresionante legado que tenía ante sus ojos. Y el lunes pasado se le vio en Sevilla, en el céntrico bar Plaza Nueva, donde se fotografió con varios integrantes de la tuna de la Facultad de Derecho, que subieron la imagen a Instagram. Junto a la fotografía se podían ver dos vídeos donde Spacey aparece bailando y cantando el clásico latino «La Bamba», en un clima divertido y muy distendido.
Jamás pensé que vería a Kevin Spacey tocar La Bamba con la Tuna de Derecho de #Sevilla en Plaza Nueva. (Instagram: https://t.co/Akm8CVaLgP) pic.twitter.com/3HUnHBJn0W— Antonio de la Mano (@delamano)
3 de septiembre de 2019Los bailes y canciones con la tuna se producían mientras las redes sociales se llenaban en Portugal de mensajes de sus fans y, también, de sus anfitriones. Por ejemplo, el mencionado André Silva escribió: «Cocinar para una celebridad es siempre un ejercicio de responsabilidad».
El particular «baño de masas» en Lisboa a Sevilla ha sido un subidón de autoestima, la evidencia de que en Europa muchos siguen valorando a Kevin Spacey.
