La salud que hoy tienes, la quiere un enfermo. La casita que menosprecias, es el sueño de alguien. Así como la comida que no te acabas es el anhelo de alguien hambriento. ¿Cuantas veces al día agradeces lo que ahora tienes?
La mayoría de nosotros fuimos criados para poner bajo la luz a las carencias que sufrimos. De eso me dí cuenta cuando conocí a una gran terapeuta y amiga. Yo era una de esa personas que se quejaba constantemente y no me agrada decirlo pero aún tengo de esos días. Días en los que se me olvida qué tan afortunada soy al tener lo que tengo y lo que no tengo. Así que me empeñe en emprender esta idea que encontré en línea y me gustaría compartirte mis hermosos resultados.
Compre una libretita chiquita donde todos los días iba apuntando cosas que agradecía. Desde tener piernas para levantarme de la cama, hasta tener aire fresco que respirar. Cada noche apuntaba cosas diferentes y este fue la primera etapa de mi experiencia con la gratitud. Creando esta libreta me hice más consiente día con día de las cosas que tenía que agradecerle a Dios, al universo, a las personas a mi alrededor y a mi misma. Porque siempre hay cosas que agradecer.
Ese fue el primer gran resultado de esta experiencia. Me di cuenta que pasaba gran parte de mi tiempo anhelando cosas que nunca iban a llegar por lo lejanas que parecían. Por ejemplo desde hacía mucho tiempo quería un coche. Yo solía ver a mis amigas en sus nuevos autos con tanta libertad y al mismo tiempo me sentía tan carente del auto y con él, de la libertad de movimiento de las que ellas gozaban. Así que al comenzar este ejercicio me hice consciente de qué ese coche jamás iba a llegar si seguía sintiendo su carencia. Trabaje todos los días dando las gracias por la libertad, la movilidad y la abundancia que siempre he tenido.
Desde el primer día que comencé con mi libreta, la gratitud me metió en un estado de paz impresionante. Le restas mucho poder a tus carencias, con tu poder mental. Es algo difícil de hacer cuando tienes deudas, es un esfuerzo que puede tardar tiempo. Sin embargo cuando le quitas al dinero y a esa deuda el poder de hacerte sentir carente e infeliz, la vida te cambia. A mi me cambio en muchos sentidos.
Deje de preocuparme por saber de dónde vendría el dinero o el tiempo para hacer todo lo que tenía que hacer. Deje de ver, la vieja cafetera agrietada y los tenis que tuve que coser porque tenían un hoyo. Comencé a ver mis pies y dar gracias por que me llevan a todos lados. También me vi al espejo y agradecí a mi cuerpo por mantenerme vida. Incluso le pedí perdón por todas esas veces que le dije inútil, gordo, horrible, bueno para nada. Es bien feo como nos hablamos a nosotras mismas la mayor parte del tiempo. Quitarle el poder a toda esa carencia y negatividad que cargamos a diario es transformador.
Es como quitarte una capa espesa y fea de polvo. Lo maravilloso de este proceso es que cada día tuve más cosas que agradecer. Incluso agradecí las cosas malas, porque al final entendí que eran aprendizajes. Como ese mal novio que tuve, que me enseño que estaba aceptando el amor incorrecto. Pon tu granito de arena, se la diferencia para ti misma agradeciendo todo lo que tienes y lo que no. Tanto lo bueno como lo malo porque eso te va a hacer crecer de adentro hacia afuera.
The post El ejercicio de gratitud que cambio mi forma de ver las cosas todos los días appeared first on Yo amo los zapatos.