El cuarto mundo del chileno Carlos Ortúzar fue una de las piezas escultóricas que se instalaron en el edificio erigido para la UNCTAD III y en el posterior Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. Sin embargo, también es parte de la veintena de obras que desaparecieron en 1973 tras el Golpe Militar.
Esta escultura metálica estuvo sólo un año emplazada y hoy, 46 años después, vuelve a instalarse en su ubicación original frente a la Torre Villavicencio, gracias a una alianza entre GAM y el Ministerio de Bienes Nacionales y la reinterpretación de la maestranza JEMO, encargada de su fabricación original en los años 70.
La pieza es de acero pintado al esmalte acrílico, tiene más de tres metros de diámetro y pesa una tonelada y media. Está construida en base de hormigón, tiene además círculos interiores móviles de aluminio. No estará reconstruida la fuente de agua de la escultura original, pero su confección permite la movilidad hasta la definición del uso del edificio Villavicencio.
Felipe Mella, director ejecutivo de GAM, comentó la importancia de esta nueva pieza: “El rescate de esta obra viene a coronar el gran trabajo que hemos hecho este año con el rescate y restauración de nuestra colección de arte patrimonial. Dedicamos un presupuesto importante para restaurar algunas piezas con deterioro, trabajo que era muy necesario y que nunca se había realizado. También se está elaborando una museografía bilingüe para que nuestros visitantes conozcan su inédita historia y le sea más fácil entenderla”.
La obra, instalada en 1972, fue una advertencia frente a la distinción entre el “primer, segundo y tercer mundo”, división que expandía los efectos de la revolución industrial a una escala global y separaba al mundo en diferentes clases sociales, mientras que el concepto “cuarto mundo” se acuñaba para designar a la porción más marginada que vive en condición de desprotección, riesgo social e incluso a los pueblos originarios afectados por la globalización.
Ortúzar (1935 – 1985), por su parte, fue uno de los artistas más destacados en introducir una concepción social del arte, que estuviera al alcance de todos en el espacio público y se integrara con la arquitectura.
Hoy la pieza es también el eje central de la 14 Bienal de Artes Mediales, que tomó justamente El cuarto mundo como concepto de inspiración: “La obra de Carlos Ortúzar nos invita a recuperar una advertencia dada por una generación que intentaba provocar una forma de relación no extractivista con nuestro ecosistema. Esta advertencia está aún vigente, y la Bienal se propone como un espacio para apropiarnos de este manifiesto de una forma propositiva”, explica Enrique Rivera, director de la Bienal.