Del sexto informe del Observatorio Permanente del Sistema Estatal Anticorrupción dado a conocer ayer, lo primero que habrá que destacar es justamente la perseverancia de quienes lo hacen posible y que han permitido un seguimiento puntual de todas las resistencias de la clase política y gubernamental a la construcción de un verdadero andamiaje institucional anticorrupción, y el accidentado transitar de nuestro incipiente SEA, que a casi dos años de su nacimiento sigue sin dar los resultados que convenzan a la ciudadanía de que se va por el camino correcto para terminar con la impunidad que siempre ha existido.
Muchos pensarán que detrás del Observatorio hay un numeroso equipo de analistas y colaboradores, pero lo cierto es que el grupo de trabajo que encabezan Cecilia Díaz Romo y Paul Alcántar se cuenta de sobra con los dedos de las manos, lo que sin duda engrandece su misión. Más aún si tomamos en cuenta que su labor es totalmente honorífica y que trabajan fuera de cualquier presupuesto oficial.
Hecho el reconocimiento a la generosidad social del OPSEA, entremos ahora sí a comentar los resultados de esta sexta evaluación, la tercera del año, luego de la cual podemos concluir que persisten los obstáculos externos y la falta de coordinación interna entre las instancias que integran el SEA (Comité de Participación Social, Fiscalía Anticorrupción, Contraloría Estatal, Instituto de Transparencia, Auditoría Superior, el Consejo de la Judicatura y el Tribunal de Justicia Administrativa), que mantienen a paso muy lento el avance y la consolidación de nuestro modelo anticorrupción.
Prueba de ello, es que los focos rojos en los semáforos que miden mejoras y omisiones, aparecen en distintos aspectos y en diferente medida, en los tres grandes ejes con que el Observatorio analiza el SEA, veamos:
1.-El que tiene que ver con los Presupuestos, Recursos Humanos y Materiales, es en el que más se ha avanzado. De hecho ahí sólo aparece una luz roja que nos alerta del descuido de los municipios para echar a andar sus contralorías independientes, conocidas ahora como los órganos de control interno.
2.-En lo que toca a Normatividad y Armonización, tarea que le corresponde principalmente a las y los legisladores, de ocho indicadores, hay 5 en rojo, 2 en amarillo y sólo un compromiso cumplido en verde. Esta es la mejor prueba de cómo los hombres y las mujeres del poder político y gubernamental siguen sin tener la voluntad de crear un verdadero sistema anticorrupción que acabe con sus privilegios y canonjías. El colmo es que sigan sin publicar las reformas para que la Fiscalía Anticorrupción deje de atender asuntos que nada tienen que ver con desvíos y malos manejos del erario.
3.-Lo preocupante es que donde más focos rojos hay es en los indicadores que miden la Coordinación Integral del Sistema y su Vinculación con la Sociedad Civil. Sin duda el más grave es el que marca la ausencia de una política estatal anticorrupción que debe aprobar y publicar el Comité Coordinador del SEA, que les fue observada desde el segundo informe el año pasado.
Todo esto explica que siguen imponiéndose las fuerzas que quieren mantener parada, en luz roja, la consolidación del SEA. De ahí su nula respuesta a los escándalos de corrupción que nos estallan a diario.
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