El temor a una recesión y la incertidumbre por el rumbo de la economía han llevado a Donald Trump a aumentar todavía más la presión sobre la Reserva Federal norteamericana ante el inicio ayer de la reunión anual de banqueros centrales y economistas en la localidad Jackson Hole, en Wyoming. El presidente de Estados Unidos ha exigido la reducción de tipos de interés y medidas urgentes para el abaratamiento del dólar para así ganar competitividad en el mercado internacional. «El mayor problema que tenemos es la Reserva Federal», ha dicho Trump en la red social Twitter.
El presidente de la Reserva Federal, bajo los ataques constantes de Trump, ha mantenido su habitual hermetismo hasta hoy, cuando pronunciará un esperado discurso en el que los inversores esperan que anuncie una rebaja de tipos más sostenida. El 31 de julio Jerome Powell ya cedió y acometió la primera bajada de tipos desde 2008. Tras su reunión de verano, la Reserva aceptó abaratar el precio del dinero en un cuarto de punto, hasta el rango 2-2,25%, pero no medio punto, tal y como habían previsto varios analistas tras la presión sostenida de la casa Blanca.
Cada final de verano se reúnen en un hotel de Jackson Hole los presidentes de los bancos centrales de EE.UU., acompañados puntualmente por colegas extranjeros y otros economistas, para debatir sobre el estado de la economía y analizar posibles cambios a la política monetaria. Este año, la guerra comercial y arancelaria de Trump con China centrará una gran parte de las ponencias, así como el miedo a una recesión mundial después de que hayan registrado crecimiento negativo en el segundo trimestre potencias mundiales como Alemania.
Las primeras declaraciones desde Jackson Hole, sin embargo, provocaron ayer pesimismo entre los inversores. La presidenta de la Reserva Federal de Kansas, Esther George, y el presidente de la de Filadelfia, Patrick Harker, dijeron que no ven razones de peso para reeditar la bajada de tipos en septiembre. En consecuencia, por segunda vez en dos semanas la tasa de los bonos del Tesoro a 10 años se situó por debajo de la tasa a dos años, un indicador de alta volatilidad en los mercados financieros.
Los precios del oro bajaron también ayer a la espera de hoy Powell aclare la dirección de la política monetaria del banco central estadounidense. Por la mañana el precio del oro al contado bajó un 0,4%, a 1.496 dólares (1.35 euros) la onza. En termino generales, los futuros del oro en EE.UU. cayeron un 0,5%, a 1.508 dólares (1.36 euros) por onza. «Es probable que el atractivo del lingote disminuya si Powell y sus colegas parecen no estar dispuestos a comprometerse con grandes reducciones de las tasas», dijo ayer en un informe Ilya Spivak, estratega cambiario de DailyFx.
Respiro para la banca
La incertidumbre respecto al futuro de los tipos de interés tiñó de rojo ayer los principales índices europeos. Londres perdió el 1,05%; París, el 0,87%; Fráncfort, el 0,47% y Milán, el 0,14%. Solo el Ibex, que cerró la sesión con unas ganancias del 0,17% y alcanzó los 8.701 puntos básicos, registró un resultado positivo.
El selectivo español mantuvo así la senda alcista mostrada esta semana -exceptuando el martes, cuando cayó un 1,32%- gracias al buen desempeño de la banca, que respondió con alzas a los mensajes lanzados por el Banco Central Europeo. Los seis valores bancarios del Ibex cerraron la jornada con subidas, destacando el resultado de Sabadell (3,02%) y Caixabank (2,95%).
Además, el parqué nacional se vio espoleado por los positivos datos de actividad en la zona euro y en varias economías relevantes publicados ayer. Y es que el PMI compuesto sube seis décimas en la eurozona, hasta 51,8 puntos, y nueve en Alemania, hasta 51,4, aunque el sector manufacturero seguía en contracción. El euro superó el cambio de 1,11 dólares, mientras que la rentabilidad de la deuda cerró en el 0,14% y la prima de riesgo en 78 puntos básicos.