Daesh tiene una cuenta pendiente con Cataluña. Al menos así lo hace ver con las continuas amenazas que lanza contra esta comunidad, en especial contra Barcelona, con la figura de la Sagrada Familia como «icono» de los carteles que inserta en las redes sociales que maneja.
La cifra de las amenazas que se han producido en los últimos dos años varían según las fuentes que se consulten, ya que muchas aparecen en las webs de «fundaciones» próximas al Estado Islámico, que no tienen gran difusión. En cualquier caso, no bajan de diez.
Las razones de esta fijación hay que buscarlas, según expertos consultados por LA RAZÓN, en la frustración que produjo en Daesh el «fracaso» del gran atentado que planeaban en la Ciudad Condal.
Pretendían, en una combinación de explosiones de mochilas (y cinturones) cargadas de metralla, y coches bomba, causar una cifra de víctimas difícil de calcular pero que habría sido la más grande de los atentados cometidos en Europa en los últimos años. 200 muertos y un número muy elevado de heridos es una estimación que hacen las referidas fuentes, al tener en cuenta la capacidad mortífera de unas mochilas en las que, además del triperóxido de triacetona (TATP), habría clavos, tuercas y otros objetos metálicos, que actuarían como balas.
Los terroristas tenían previsto hacerlas detonar en lugares muy concurridos, como los alrededores de la Sagrada Familia, en acciones de tipo suicida.
Lo mismo ocurriría con las furgonetas que habían alquilado, una de las cuales fue utilizada en el atropello de Las Ramblas, que irían cargadas con el mismo explosivo y serían colocadas en lugares muy frecuentados de la Ciudad Condal.
Todos estos planes se vieron frustrados en parte por la explosión que se produjo en el chalet de Alcanar, mientras varios de los terroristas, con el imán de Ripoll a la cabeza, Abdelbaki Es Satty, preparaban el TATP.
Se trata de un explosivo muy volátil que, en teoría, cualquiera puede elaborar siguiendo las instrucciones de los vídeos que están publicados en las páginas yihadistas, pero que precisa de una cierta preparación «técnica» y la presencia de alguien que ya adiestrado. Satty la poseía, pero algo falló.
Para Daesh, los atentados de Cataluña eran muy importantes, como lo han sido este año los perpetrados en Sri Lanka, ya que debían provocar un efecto aglutinador de la banda yihadista en un momento en el que el «califa» Bagdhadi (cuyo nombre real es Ibrahim Awad) sufría duras críticas internas por la forma de llevar la guerra de Siria e Irak.
Lo que prometía ser un «Califato islámico» se había convertido en una feroz dictadura, en la que cualquier disidente era pasado por las armas sin contemplaciones. Las «tropas» perdían la moral por falta de mandos preparados y por esa represión que les hacía luchar con más miedo a la retaguardia que al enemigo que tenían enfrente.
Dentro de la estrategia que desarrolla en la actualidad Daesh, la guerra «psicológica», mediante constantes amenazas a occidente con carteles y vídeos, tiene una importancia vital.
En este sentido, Barcelona reúne una doble condición: la del fracaso del gran atentado que habían planificado y ser una de las más importantes ciudades de Europa, auténtico cruce de caminos por tierra, mar y aire.
Por ello, es un objetivo preferente de la guerra psicológica y, si pudieran, de terroristas de Daesh para cometer atentados en la ciudad, como ha quedado acreditado en operaciones realizadas por las Fuerzas de Seguridad.
El canal que suele utilizar el Estado Islámico para lanzar las amenazas contra España y, en concreto, contra Barcelona, es la Fundación Al Muntasir, que ha incluido diversos carteles y textos, como los que se muestran en esta misma página.
En diciembre de 2017, esta filial yihadista lanzó un video titulado: «Precio caro, pagado en Barcelona», en el que se incluían imágenes de archivo procedentes del atentado de Barcelona del 17-A. Una voz en off hablaba en castellano: «Cruzados: vosotros alimentáis el radicalismo, pero no dais cuenta de ello. Sois como aquel que quiere apagar un fuego lanzando llamas contra ese fuego, pues estáis poniendo a todos los musulmanes en un mismo bando y alimentando el odio. Muchas de vuestras detenciones fueron en contra de musulmanes inocentes y que no formaban ninguna amenaza. Vuestra represión contra nuestras hermanas ha tenido un precio caro. Las células están preparadas. Los objetivos designados. Estar preparados, os atacaremos cuando menos os lo esperéis. Por si no lo sabíais los leones de Barcelona se vengaron por vuestra campaña de detenciones, y aún nos vengaremos más. Os anunciamos, oh cruzados, nuevas operaciones, entenderéis vuestro error muy pronto».
No hablaban por hablar, como ha quedado demostrado en las citadas operaciones policiales. Desde entonces, España y, en concreto Barcelona, aparecieron, cada vez con más frecuencia, en carteles de Daesh.
Las amenazas hay que tomárselas en serio, ya que, además del factor psicológico, tienen un trasfondo real. Y hay pruebas que lo acreditan. Por citar, dos de ellas.
En junio de este año, la Policía Nacional detuvo en Barcelona a un individuo conectado con la célula desarticulada meses antes en la cárcel de Valdemoro, desde la que se preparaban atentados con mochilas bomba en Madrid y la Ciudad Condal.
Era el encargado de comprar las armas y los artefactos explosivos. K. R., de 34 años, radicalizado en el islam salafista, logró huir de la citada operación, desarrollada por la Brigada Provincial de Información de Madrid, y se había escondido en «pisos francos» de Marsella y Barcelona. Se sospecha que continuaba con sus intenciones de hacerse con las armas, algunas de ellas de guerra, así como abundante munición y productos para fabricar explosivos. Se trataba de un elemento «peligrosísimo» que en cualquier momento, una vez restablecidos sus contactos con Daesh, podía colaborar con otras células para cometer atentados, en especial en Barcelona y Cataluña.
Un millón de euros. Ésta era la cantidad que el cabecilla de la célula había ofrecido a dos presos que ya había captado a cambio de que cometieran atentados suicidas con mochilas bomba en las dos ciudades.
Pero hay más: en enero de este año, los Mossos d'Esquadra desarrollaron la «operación Alexandria», al detectar a varios individuos que podrían estar recibiendo instrucciones de los cabecillas de Daesh. Esta banda imparte, tanto a sus células «dormidas» como sus actores («lobos») solitarios, órdenes para que dinamicen su actividad criminal con el fin de que este año sea el del «resurgimiento» de la banda yihadista.
De lo que se trata es de, una vez derrotados en la guerra convencional que plantearon en Siria e Irak a partir del año 2014, implementar otra de las modalidades de combate, como es la guerra subversiva, mediante golpes de mano en aquellos territorios en los que ya tienen un cierto asentamiento y con atentados terroristas en las naciones «cruzadas» de occidente.