Pocas personas olvidarán aquel verano de hace cinco años. Era agosto de 2014. Europa, hasta ese momento había vivido al margen de la importante crisis de ébola que se libraba en África. Tras detectarse los primeros casos en Guinea, pronto se extendió la epidemia a Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Senegal. La enfermedad estaba desatada, tenía una tasa de letalidad cercana al 90 por ciento, y terminó saltando a España. La repatriación del misionero Miguel Pajares y, semanas después, de Manuel García Viejo trasladaron el virus a nuestro país. La alerta era máxima, ya que no se conocía ningún fármaco capaz de curar. Hoy, después de numerosos estudios clínicos y de probar diferentes fórmulas podemos decir que se ha conseguido vencer -al 90 por ciento- la enfermedad. “Ahora tenemos lo que parecen ser dos tratamientos para una enfermedad para la que no hace mucho tiempo no teníamos ninguno en absoluto”, ha afirmado el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés), Anthony Fauci, en la presentación de los últimos resultados.
Dos de los cuatro fármacos (ZMapp, remdesivir, mAb114 y REGN-EB3) que se han usado desde noviembre de 2018 en un ensayo en el brote de ébola de República Democrática del Congo (RDC) han mostrado unas tasas de supervivencia cercanas al 90 por ciento en personas infectadas con el virus. En consecuencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el resto de agentes sobre el terreno han decidido que, de ahora en adelante, serán los únicos medicamentos con los que se tratará a los futuros pacientes.