El futbolista español Íker Casillas, temporalmente inactivo en el Oporto tras sufrir un infarto, ha mostrado en redes sociales su preocupación por la evolución del incendio que se ha declarado a primera hora de la tarde de este martes en Navalacruz (Ávila), localidad que considera su pueblo, según recoge Efe.
Vinculado familiarmente a esta población de 211 habitantes, Casillas ha fijado en Twitter unas manos en símbolo de oración sobre un vídeo de la Asociación de Trabajadores de las BRIF (ATBRIF), pertenecientes al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, mostrando las llamas desde el aire.
«Vamos a por ello, Íker!», ha sido la respuesta de la ATBRIF, mientras que, en su perfil de Instagram el excapitán del Real Madrid y de la Selección Española de Fútbol ha publicado una fotografía de un helicóptero cogiendo agua y acompañada con un mensaje: «Imagen que no nos gusta ver. Algo malo está pasando cerca», con la imagen de una llama y dos manos juntas en señal de ruego. Ya tiene más de 80.000 «me gustas».
Casillas está estrechamente vinculado a este municipio, cuyo Ayuntamiento le nombró Hijo Predilecto que el 30 de agosto de 2010, fecha en la que se descubrió una escultura que le recuerda desde entonces en La Plazuela. Realizada por Senén Fernández, la obra recrea un guante, junto a un balón, en lo alto de una gran piedra de granito, que representa lo que significa Navalacruz.
«A Íker Casillas Fernández, por los éxitos obtenidos en tu carrera deportiva», puede leerse en la placa de esta obra dedicada por este pequeño pueblo situado a 44 kilómetros al sur de la capital abulense, cuyos vecinos viven pendientes de la evolución del fuego.
«Me considero de Navalacruz, a pesar de no haber nacido aquí, pero sí mi familia», dijo hace nueve años en ese acto el homenajeado, según recuerda ahora Efe.
Casillas vive pendiente desde la distancia la evolución del incendio, declarado por la Junta de Nivel 1 en una escala de 0 a 3 de menor a mayor peligrosidad debido a que las previsiones de que sea necesario emplear más de doce horas para extinguirlo.
