La mexicana que hasta el momento ha ganado más medallas en Lima 2019 pensó que iba a estar el resto de su vida en una silla de ruedas.
Una mañana de 2017, se levantó con una pequeña punzada en la espalda. Pensó que el dolor no pasaría de ser una simple molestia. Los atletas son personas de una sola pieza; rara vez algo los distrae de su hambre por la competencia. Así que decidió seguir con su vida. Y entrenar más fuerte que nunca porque se acercaba el Campeonato Mundial Juvenil de Canotaje. Una lesión sería, por decir lo menos, lo peor que le podía pasar.
Pero le pasó.
“El dolor se incrementó hasta que llegó un punto en el que me dolía demasiado no sólo remar, sino estar sentada o parada. Creí que mi carrera deportiva estaba terminada y que acabaría en una silla de ruedas”, recuerda en entrevista con El Financiero Beatriz Briones, quien acaba de llegar de los Juegos Panamericanos con cuatro preseas: una de oro, una de plata y dos de bronce.
Tras su lesión, recibió muchos diagnósticos médicos. “Todos muy malos”. Un doctor le informó que tenía sacroileitis. Que la razón por la cual no podía moverse era porque uno de sus huesos rozaba con otro. Nadie veía otra solución que no fuera el quirófano.
“Antes de entrenar me tenían que inyectar para que no me doliera; acabé dejando los entrenamientos. Me sentía muy mal. No podía creer que todo fuera consecuencia de un dolor que había ignorado”.
Hubo un momento, asegura, en que ya no le importó tanto regresar al canotaje. “Con que volviera a caminar era suficiente”.
Su suerte mejoró la tarde en que otro médico le dijo que su problema eran tres protuberancias en la espalda y que no era necesaria la sala de operaciones. Fue así que se sometió a procesos de rehabilitación y fortalecimiento que duraron varios meses y que hoy la tienen como la mayor promesa del canotaje mexicano rumbo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, a donde buscará clasificarse en la modalidad K4 500 metros.
“Mi lesión la tomé como un mensaje de que el deporte no es para toda la vida. Los atletas de alto rendimiento tenemos fecha de caducidad”, afirma esta kayakista de 20 años, quien además estudia nutrición deportiva en el Instituto Superior de Ciencias Empresariales y Deportivas.
Aún tiene las protuberancias, pero afirma que están bajo control. Nunca creyó que una lesión de esa magnitud pusiera en vilo la carrera deportiva a la que llegó, curiosamente, por accidente.
Usualmente, los atletas descubren desde muy pequeños la actividad que les apasiona. No fue así con Beatriz. Su llegada al mundo del deporte ocurrió la vez que su madre la inscribió en un campamento de verano en Tijuana. Tenía 10 años. Antes ya había practicado de todo: natación, karate, futbol, atletismo y hasta ajedrez. Pero fue allí, en ese curso, donde conoció el canotaje.
“La verdad al principio me metí por mi hermano. El canotaje no me gustaba tanto. Yo era una persona muy floja, pero mi mamá tenía la idea de que practicar algún deporte te ayuda a desarrollarte como persona. Con el tiempo le fui agarrando cariño, porque me intenté salir muchas veces, pero mi mamá no me dejaba”, comparte la deportista adscrita a la Marina.
Le dicen La Rusa por sus rasgos eslavos. Su padre es arquitecto y su madre, chofer. Es la más baja de estatura de la selección de canotaje; también la más brava. “Tengo alma competitiva”, afirma. Cuando rema, no existe otra cosa en su mente que llegar primera. A como dé lugar. Aunque los últimos metros sean tan duros, dice, que pareciera que se está remando en cemento y no en agua. Algo similar a lo que a veces pasa en la vida.
La delegación mexicana ha entrado en una lucha con Brasil por el segundo lugar del medallero de los Juegos Panamericanos.
Con 20 oros —cifra que rebasa las 19 pronosticadas por la directora de la Conade, Ana Guevara— el país se ubica, hasta el cierre de esta edición, en la tercera posición de preseas, dos oros abajo de Brasil y ya muy lejos del liderazgo de EU, que acumula 54 metales áureos.
Ayer por la noche, con 24,400 puntos, la quinteta mexicana femenil le dio a México su vigésimo oro, en la prueba conjunto de cinco pelotas de gimnasia rítmica, arriba de EU (plata) y Brasil (bronce).
La noche del sábado, los clavadistas Yahel Castillo y Juan Celaya ganaron otra presea dorada en el trampolín tres metros sincronizados, por encima de Canadá (plata) y EU (bronce).
Más temprano, el equipo de gimnasia femenil consiguió otro oro, histórico, en la prueba de All Around de la gimnasia rítmica. Con lágrimas en los ojos, las jóvenes entonaron el himno nacional ante la mirada atónita del público, ya que México no estaba entre los favoritos para llevarse esta presea.
La Selección de Futbol Sub-22 avanzó a semifinales tras vencer 2-0 a Ecuador y con ello se meten a la luchar por el primer lugar.