La música clásica es inmortal.
El viernes se celebró, por iniciativa de la señora Bárbara Herrera de Garza, presidenta del patronato de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, un concierto dirigido por un regiomontano, Carlos Prieto, que reunió a 90 músicos jóvenes provenientes de todo el continente. Su sensibilidad musical nos deleitó a quienes concurrimos a este evento, impregnados por la esencia emocional, y reiteramos así la idea de Beethoven de que la música clásica es el idioma de Dios.
Este ejemplo de participación de un grupo de entusiastas damas, que en colaboración con Conarte y bajo la asesoría de Plácido Domingo, regiomontano de adopción, nos recordó la belleza hecha armonía musical, y reiteraron que lo que cambia verdaderamente al mundo es la ciencia, que transforma el medio y la cultura, que espiritualiza el quehacer existencial del ser humano.
Ojalá esta generosa llamada de atención a lo clásico, convenza al gobierno que regrese a la estación de radio Opus 102.1 a su misión previa, neutralizada por la aparente modernidad.
Descartes: Pienso, luego existo… Gozar del éxtasis del clasicismo musical, es un alivio en esta época del materialismo histórico.
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