El ex fiscal Ernesto Canales Santos está viviendo en carne propia lo que muchos consideran como su karma. Un juez de la Ciudad de México lo sujetó a proceso por el delito de administración fraudulenta, pero lleva el proceso en libertad gracias a un amparo.
Durante su gestión como “zar Anticorrupción” de Nuevo León, en más de una ocasión criticó a los abogados que por estrategia legal 1) recomendaban a sus defendidos no declarar y 2) pedían la protección de la justicia federal.
Canales Santos es acusado por la señora Paula Cusi Presa Matute de haberse apoderado de la nada despreciable cantidad de 6 millones de dólares que por derecho le correspondían a ella.
En su comparecencia ante los diputados en abril de 2016, el entonces fiscal Anticorrupción admitió ante los diputados haber recibido el dinero, pero dijo que lo utilizó para cubrir los gastos originados en el proceso contra Televisa.
Precisamente en estos momentos están corriendo los 15 días para presentar las pruebas que acrediten su inocencia, lo cual parece difícil de creer, cuando él mismo reconoció en aquella comparecencia haber recibido el dinero en dos exhibiciones de 3 millones de dólares cada una.
Por otra parte suena casi imposible que en tan corto plazo pueda justificar con documentos, los gastos por ese elevado monto, porque el juez de la causa necesitará elementos contundentes para dictar su sentencia definitiva.
Quién diría que ahora Canales Santos está sentado en el banquillo de los acusados, cuando hace años era el implacable verdugo que hacía señalamientos públicos de manera irresponsable en contra de los enemigos de su jefe, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón.
Tampoco se esperaba el declive de una administración estatal que llegó con una alta expectativa porque los ciudadanos confiaron en sus promesas de combate a la corrupción.
Ni Canales ni Jaime parecen tener el final que ellos soñaban. El ex fiscal, a punto de ser declarado culpable y El Bronco, bajo la sombra de la sospecha y con un Congreso que podría cobrarle cuentas pendientes. Como se dice coloquialmente: del karma nadie se salva.
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