LIMA.- Si los bronces de Guadalajara y Toronto dolieron, qué decir ahora que el equipo de béisbol no pudo siquiera avanzar a la superronda. Ante Canadá, amén de no tener listo a Liván Moinelo en el quinto inning cuando Yera estaba explotado y empuñaba su verdugo, el equipo jugó muchísimo mejor, que el día frente a Colombia, en un debut al que algunos no le encuentran todavía explicaciones, aunque las tiene, y aquí se las dejo.
Podía haber escrito de nuevo que la ofensiva estuvo muy por debajo, que Lázaro Blanco no estaba en su día, que la suerte o las temperaturas, que la pelota es redonda y viene en caja cuadrada; de todo se podría decir ahora, pero preferí ir hasta el banco contrario a buscar otras lecturas y en la noche que Cuba jugó contra Canadá dialogué con un muchacho de 32 años que tuvo mucho que ver con ese resultado del primer choque.
Desde una esquina de las gradas, pese al frío que llegó a generar una sensación térmica de 10 grados Celsius, José Mosquera Crisson, el manager de los cafeteros, escudriñaba cada jugada, cada movimiento.
Actualmente trabaja con la organización de los Piratas de Pittsburg en Grandes Ligas y siente un gran respeto por el béisbol cubano, «ustedes han sido una cátedra para todos nosotros, por eso estoy muy feliz con el triunfo, aunque no me sorprendió porque los había estudiado mucho antes de llegar aquí.
«A Roel sabíamos que era fundamental mantenerlo fuera de las bases, estuve siguiendo mucho a Manduley, pues con él se pueden hacer muchas jugadas. En Barranquilla pude leerlos muy bien, sabía que eran bateadores muy agresivos.
«Como conocían a mis pitchers, les traje a José Calero desde México expresamente para ese juego, él tiene buena sinker, slider y Split. El plan era lanzarles pegado y hacerles muchas jugadas, porque un paso en falso con Cuba te puede costar, por eso movimos bastante el bullpen.
«Después, traje a mi otro abridor, Roger Ramírez, no me guardé nada, puse a mis dos mejores lanzadores, pues ese era el juego más importante de mi carrera, de mi historia, de mi generación», asegura.
Cuenta Mosquera que su familia ha sido protagonista de los dos únicos triunfos de Colombia sobre Cuba en torneos oficiales. En 1946, cuando fueron campeones del Mundial, su abuelo era segunda base de aquel equipo, y ahora le toca a él como director.
En su diálogo en exclusiva para JR, el joven mentor corrigió un dato que habíamos publicado recientemente. El cátcher, Christian Correa, el mismo del primer jonrón ante Blanco, no había llegado el domingo, sino ese propio lunes por la madrugada, directamente desde Kansas City, donde juega en una liga independiente. Apenas descansó y a media mañana ya estaba en el terreno.
Mosquera se declara un simpatizante de la sabermetría. «Lo que más hago es estudiar arduamente, analicé las secuencias de pitcheo que les hicimos a los cubanos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe pasados. Hasta vi juegos de Gracial en Japón, por eso quedó frisado con tres rectas. No salimos a jugar y ver qué pasa».
Además, explica que también conoce la sicología de los peloteros cubanos. «En la medida que avanzara el partido, si seguíamos delante, ellos iban a entrar en desespero y con eso yo jugaba, porque en Barranquilla pasó, comenzaron a hacerles swing a todo, son muy agresivos. Cuando Alarcón le tiró a un pitcheo en conteo de cero strike y tres bolas, me dije: ya están desesperados, es difícil que perdamos este juego».
Con el out 27, el signo de interrogación pesaba más que un bate de hierro. No había, aparentemente, una explicación, pues el equipo insular era, en el papel, superior. Se obvió, en cambio, un argumento imperceptible. Y ahí está la clave del resultado. La diferencia en los tiempos modernos. En Cuba tenemos, aún, talento, pero falta estudio. Porque los juegos, como en esta ocasión, se ganan también en las horas de clase.