“El poder de compra de los trabajadores se evaporó en medio de la hiperinflación con la que el gobierno de Nicolás Maduro insiste en financiar el déficit fiscal ante el desplome de la producción petrolera y la destrucción del aparato productivo”, dijo Linerby Sánchez, directora de Proyectos del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin).
Han pasado más de tres meses desde el último decreto de aumento salarial que elevó a Bs 40.000 el ingreso mínimo que perciben los trabajadores venezolanos, y llevó el bono de alimentación a Bs 25.000, el cual no cuenta para el cálculo de prestaciones sociales.
Desde la segunda quincena de abril los venezolanos que dependen de un salario mínimo reciben el equivalente hoy a 3,27 dólares mensuales estimados a una tasa de cambio de Bs 12.231 por dólar, de acuerdo con la cotización de DolarToday del 30 de julio y que, para el momento que se conociera el incremento el 26 de abril, representaba poco más del doble (7,10 dólares), ya que el tipo de cambio era de Bs 5.627.
La inflación entre los meses de abril y junio se ubicó en 137,10%, según se desprende del Índice Nacional de Precios al Consumidor que publica la Asamblea Nacional, mientras los trabajadores perciben los mismos Bs 40.000, que solo alcanzan para comprar hoy en día un cartón de huevos (Bs 32.000), señala la directora del Inaesin.
El más reciente reporte del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) corresponde a mayo. Para ese mes su precio era de 2.552.836,38 bolívares, es decir, se requerían 63,8 salarios mínimo solo para cubrir las necesidades alimentarias de una familia de cinco integrantes.
Aún no se tienen los resultados de la canasta de junio y menos la de julio que recién termina. Pero lo cierto es que en las dos últimas semanas del séptimo mes del año, el dólar en el mercado paralelo –y que sirve de referencia para la fijación de la mayoría de los precios de bienes y servicios de la economía– ha registrado un repunte de 50%, lo que se refleja en los distintos establecimientos de todo el país.
“Mientras no se produzca un cambio en las políticas económicas que conduzcan a recuperar la producción y el salario de los trabajadores, los venezolanos seguirán pasando penurias con salarios de hambre”, señaló Sánchez.
En el último año se ha incrementado el número de protestas en demanda de mejores condiciones laborales, según datos del Observatorio de Conflictividad Laboral y Gestión Sindical del Inaesin. Sin embargo, el gobierno permanece indiferente con la resolución del problema y opta por mantener mecanismos como la distribución de comida a través de bolsas y cajas CLAP, en un intento de control social de la población de menores recursos.
Nota de Prensa
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