A pesar de las serias discrepancias, y del anuncio de ruptura de las negociaciones de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias, todavía no se descarta que Podemos acabe apoyando el día 23 la investidura de Sánchez, por los importantes beneficios que obtendría Podemos -Ministerios para sus dirigentes ‘técnicos’- y el riesgo que para Iglesias incluye la repetición de los comicios generales a los que Íñigo Errejón concurriría con Manuela Carmena de cabeza de lista.
Estamos ante un nuevo episodio del pulso ‘a cara de perro’ que están librando Sánchez e Iglesias en el que ambos tienen mucho que perder. Y especialmente Podemos porque, como ha dicho Pedro Sánchez en su entrevista con la Cadena SER, nunca en España se hizo una oferta de ese calibre a un partido minoritario (y marxista) como es Podemos que por primera vez entraría en el Gobierno nacional.
Faltan ocho días para la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados y en ese tiempo (el jueves) por conocer el resultado de la consulta de Iglesias a sus bases sobre si el líder de Podemos debe o no entrar en el Gobierno de Sánchez (ese es el fondo de la consulta), o si debe dar un paso atrás y favorecer la investidura.
Pero entretanto asistimos a una batalla de opinión pública en la que Sánchez pretende influir en las bases de Podemos para que no pierdan esta oportunidad y apoyen su investidura sin repetir el ‘no’ a Sánchez que el propio Iglesias ya lideró en la investidura de marzo de 2016.
Es verdad que el presidente en funciones no es precisamente un mirlo blanco ni ha llevado la negociación con diplomacia y buenas maneras. Y que Sánchez ni el PSOE son quienes para interferir en la vida interna de Podemos diciéndoles si deben o no hacer una consulta a sus bases y cómo deben hacerla.
Y menos aconsejables aún son las descalificaciones de Sánchez contra Iglesias (a quien le debe su llegada al poder con la moción de censura) y los ataques a Podemos, similares a los que Sánchez lanzó días atrás contra Albert Rivera y Cs. Y que recuerdan la dura agresión de Sánchez a Mariano Rajoy cuando en un debate electoral televisado le espetó al presidente del PP y presidente en funciones del Gobierno: ‘usted no es una persona decente’.
La dureza y la soberbia de Sánchez (de la que también tienen pruebas en su propio partido, empezando por Susana Díaz) no contribuyen en nada a sus propósitos de pacto de investidura y gobernabilidad. Como tampoco le ayudan, en el centro derecha, sus pactos recientes con el separatismo catalán.
Pero así están las cosas y Sánchez se considera ‘el resistente’ y en este tramo final de la negociación no duda en exhibir frente a Podemos la zanahoria de ‘ministros técnicos’, pero excluyendo a Iglesias, y también el palo de la repetición electoral en el convencimiento de que entre una y otra cosa Iglesias cederá.
Por ello se puede afirmar que la negociación no está rota. Sobre todo porque Sánchez tiene mucha prisa por lograr la investidura. Y es esa urgencia la que impulsa a Iglesias a resistir y esperar que finalmente Sánchez ceda y le deje entrar en el Consejo de Ministros del Gobierno nacional. Pablo Sebastián
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