Carlos Lomelí Bolaños renunció a su cargo como delegado federal de Programas Sociales en Jalisco. Su salida se debe a las denuncias sobre su doble papel como funcionario público y empresario local, con ventas de medicinas a gobierno.
En el mensaje en redes sociales con el que anunció su renuncia, dijo que lo hacía "para que el ruido de la politiquería no afecte el trabajo que debe hacerse en Jalisco". Lo que Lomelí dijo, en otras palabras, es que se iba para que no lo estuvieran grillando, ni para que grillaran al presidente López Obrador.
El problema con Carlos Lomelí no es que le grillaran, sino que sabía que su papel como funcionario público era incompatible con el de empresario, y no se preocupó mucho por ello.
Lomelí es un médico jalisciense que desde hace años comenzó a fabricar y vender medicinas. Su negocio es legal y exitoso, a juzgar por el nivel de vida y de inversiones que el exdelegado tiene en México y el extranjero. El asunto es que la mayor parte de las ventas de sus negocios se hacen al sector público, y eso siempre se convierte en un obstáculo para cualquier persona que quiera combinar su trabajo con el de funcionarios público.
Hay muchas acusaciones sobre el proceder de Lomelí y sus empresas al momento de negociar con el gobierno. Lo cierto es que las denuncias no han prosperado legalmente. Y es cierto que aunque algunas de sus empresas fueron vendidas, cedidas o heredadas a otras personas, siempre han quedado dudas sobre qué tanto se alejó de ellas, sobre todo porque prácticamente todas están asentadas en propiedades del doctor.
Pero el meollo del asunto, lo que al parecer nunca quiso ver Lomelí, es que al entrar al gobierno su pasado lo comprometía en un dilema ético. Cualquier cosa que hiciera o deshiciera, sería revisado bajo la lupa de la suspicacia. Ahora sí que como dice el refrán: no se puede tocar las campanas, y andar en la procesión. O eres empresario, o eres funcionario de gobierno.
Carlos Lomelí ya dejó su cargo. Si hubo investigaciones gubernamentales en su contra, deberán quedar solventadas y aclaradas. Si lo logra, entonces el médico podrá dedicarse sin problemas a sus negocios, y a la política partidista que tanto le gusta.
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