Ni cuando Niurka la hace de pedo por cualquier cosa, cosa poco menos que frecuente, se ha podido alcanzar los niveles de Carlos Urzúa ahora que renunció a la Secretaría de Hacienda en un acto que seguramente servirá de inspiración para La rosa de Guadalupe. O Guadalúmpen.
Digo, está bien que no te gustara el proyecto, que sintieras asquito por tus compañeros de la 4T por no ser de la estatura de tu vida, que todo te pareciera erróneo y no estuviera al nivel de tus obsesiones, pero podrías haberte evitado la pena incorporándote a las campañas del Dotor Mit o de Ricky Riquín que estaban más en tu onda tecnorrústica y neoliberal.
Digo, nadie lo engañó ni le dijo que todo iba a ser como en el salinismo ni nada de esas cosas. Aunque cabe reconocer la manera tan elegante y bravía con la que redactó su carta, donde lo único que le faltó fue echarle la culpa de todo —en el mejor estilo del ex presichente Jelipillo Calderón que hace ver a Niurka como una persona bien gobernada— al comunismo internacional, a Nikolai Maduro (al subcomanche Marcos no porque ahora está de su lado) y cualquier movimiento que no sea del KKK.
Como quiera que sea, ahora instalado en el melodrama ranchero estilo Amparo Rivelles es acogido cual profeta Mimí por la misma tribu fifí que nunca dejó de atormentarlo entre otras muchas cosas —es decir, hasta por respirar— por aquella declaración en la época de las guarderías cuando Urzúa dijo que las abuelas podrían cuidar a los niños. Y bueno, los mismos que shoraron al ritmo de shovía y shovía ahora lo tratan como el América trata a Giobrandi hasta que se vuelva a tropezar con una cáscara de Bacardí.
Ya lo único que le falta a don Carlos, que se fue pateando botes y escupiendo hacia el cielo, es apoyar al ChikiliQuadri en su lucha contra los infames que osan asegurar que los 3 mil litros vertidos en el Mar de Cortés por parte del siempre muy ecológico Grupo México no son nocivos para la salud. Malaya la hora en que la recochina realidad dejó al conocido seudocientífico en calidad de nada ingenuo charlatán, que fue paloma por querer ser gavilán.
Ahora que don Carlos está dando clases, no estaría mal que hiciera su servicio social dándole unas clases de ortografía a Fox, que cada vez que tuitea le rechinan las bisagras a la Real Academia de la Lengua.
Mínimo para que valga el paso del #SufroComoPrecious al #SufroComoUrzúa.
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