El torero sufrió una cornada en el hemitórax izquierdo y múltiples fracturas costales tras ser lanzado violentamente contra las tablas
El golpetazo que sufrió Rafaelillo contra las tablas fue sencillamente impresionante, muy violento. Lo milagroso es que siga vivo y con el cuerpo entero. Tras brindar al público el cuarto de la tarde, el torero se hincó de rodillas en el tercio y citó al toro por el pitón izquierdo con intención de pasarlo por alto. El animal se le vino encima a gran velocidad, lo empaló de lleno por el costado y lo lanzó contra las tablas como si fuera un muñeco. El atropello fue indescriptible; aún hizo por él, ahora por el lado izquierdo, y se lo quiso comer materialmente, aunque, por fortuna, el pitón astifino no hizo diana. El torero buscó cobijo en el callejón, desmadejado y roto de dolor y, a pesar de su aparente intención de seguir, fue trasladado a la enfermería. En verdad, fue una de esas volteretas que encogen el alma de toda una plaza.