Guerra, violencia, hambre, persecuciones... En los últimos años el mundo está sufriendo una enorme crisis. Cada día hay más ciudadanos que deben tomar la decisión más difícil de su vida, abandonar su hogar en busca de un futuro mejor. La población global de desplazados forzosos aumentó en 2,3 millones en 2018. Mas de 70.8 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus países por motivos como estos. De ellos, uno de cada dos son menores de edad. Esta cifra se sitúa en el récord registrado desde la Segunda Guerra Mundial. Desde 2009, el número de desplazados, refugiados y solicitantes de asilo ha crecido sin control.
El año pasado fue el que más tuvo en su conjunto. Más de dos terceras partes provienen de países como Siria, Afganistán y Sudán del Sur. Las guerras civiles en Oriente Medio han inducido la marcha de aproximadamente 4 millones de ciudadanos hacia otros países. En cuanto a solicitantes de asilo, Venezuela (85.54%), Siria (28.75%), Afganistán (27.5), Irak (16.25%) y RD Congo (12.5%) son los que presentan mayores porcentajes. Más de la mitad de los deportados ha buscado un hogar en los países vecinos con menos recursos aún para garantizar una vida digna y segura.
Por quinto año consecutivo, Turquía fue el país que mayor número de personas acogió, seguido de Pakistán y Uganda. Sin embargo, muchos de ellos encontraron protección en países de la Unión Europea como Alemania, que acogió en 2018 cerca de 55.300 extranjeros. España se ha convertido también en otra de las principales rutas de migrantes. Nuestro país batió récord el pasado año con más de 56.000 llegadas.
Por tercer año consecutivo, los venezolanos, encabezaron el listado de solicitantes de asilo, seguidos de los que proceden de Colombia y Siria. Durante 2018, el número de migrantes que regresaron a sus países de origen se mantuvo en 593.800.
Esto constituye un descenso respecto a los 667.400 de 2017, sobre todo si tenemos en cuenta que la población ha seguido creciendo. El mayor número de retornos se dio en Siria, seguido en menor medida de Líbano e Irak. Pero, ¿es acertado un regreso prematuro? Podría tener un impacto negativo en los refugiados y, si fuera a gran escala, podría incluso desestabilizar a la región.
