Las muertes de escaladores como la reciente de Austin Howell, en solo integral, sin cuerdas ni seguridad, avivan la polémica sobre esta disciplina
El eco del “¡Noooooo!” rebotó contra la pared y se escuchó con una nitidez sobrecogedora. Los escaladores que se preparaban en la base levantaron instintivamente la mirada para ver caer en silencio un cuerpo como si fuese una escena proyectada a cámara lenta. No hubo ningún grito más, tan solo el silencio del que acepta y el ruido del impacto: Austin Howell, de 31 años, acababa de perder la vida tras sufrir una caída de 25 metros cuando escalaba sin cuerda en Shortoff Mountain (Carolina del Norte, EE UU). Fue el pasado 30 de junio, y si bien este tipo de accidentes son infrecuentes (muy pocos escaladores son capaces de prescindir de la cuerda), es el segundo en los últimos 10 meses. El pasado 20 de agosto, el guía de alta montaña italiano Philipp Angelo (36 años) se precipitó al vacío desde una altura de 600 metros cuando escalaba en solo integral el Espolón Walker de las Grandes Jorasses. Ambos escaladores cayeron por idéntica razón: un agarre se rompió en sus manos.