Que se pierda un hijo es una de las peores pesadillas de cualquier padre y en lugares tan concurridos como las playas los niños pueden desaparecer de la vista de sus progenitores con verdadera facilidad. Los nervios, el miedo y el bloqueo provocan que actuar con rapidez en estos casos se convierta en una ardua tarea.
La Cruz Roja registró más de 1.500 desapariciones de menores en las costas solo durante la temporada pasada. En algunas comunidades autónomas se pierden hasta cuatro niños al día mientras que en algunas zonas de gran afluencia turística como la Costa del Sol la cifra supera con facilidad los diez cada 24 horas.
Un minuto tienes a tu hijo al lado y al siguiente no lo ves. No es una situación sencilla para los padres pero tampoco lo es para todas aquellas personas que encuentran a un menor perdido y no saben exactamente qué pueden hacer aparte de acudir a las autoridades pertinentes para comunicar lo ocurrido.
La importancia de prevenir y actuar
«Evidentemente, los menores, como norma general, van a la playa bajo la responsabilidad de algún adulto. Sin duda, serán estos adultos los que deben velar porque los más pequeños no se pierdan», explica Miguel Ángel Sánchez, miembro de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja Española (CRE) y uno de los gestores del servicio de prevención de accidentes, socorrismo y asistencia en costas. «No obstante, es adecuado marcar puntos de encuentro previos, por si el menor se pierde».
Otra opción interesante para prevenir las pérdidas es vestir a los niños con prendas de baño de colores llamativos. Lo bañadores flúor o con detalles en estas tonalidades son una alternativa que además encantará a los más jóvenes de la casa.
Al margen de estas indicaciones, es importante conocer que la CRE brinda de forma gratuita un servicio centrado exclusivamente en estos casos. «Consiste en una pulsera identificativa que se puede adquirir en los puestos sanitarios y que se le coloca a los niños según llegan a la playa», cuenta Sánchez. El accesorio lleva un código numérico que se deja anotado junto a los datos personales y de contacto de los padres o familiares, una información que facilita la localización de los mismos.
Pero puede darse el caso de que el niño se despiste de todos modos, se ponga nervioso y no sepa cómo actuar en esta situación. Lo primero que se debe hacer es ponerlo de inmediato en conocimiento de los equipos de salvamento que presten servicio en la playa concreta en la que se haya producido la pérdida.
En esa primera información hay que aportar su nombre, características físicas y una descripción de la prenda de baño que porta el pequeño. Este conjunto de datos ayudará a que la búsqueda se centre y a que los diferentes puestos de vigilancia, tanto estáticos como dinámicos, estén al tanto de cómo es el menor al que se busca.
Además, desde los equipos de salvamento, se dará aviso a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad por si se encuentran en la playa y pueden colaborar en la búsqueda. Cuando la megafonía está habilitada, también se podrán avisar a los usuarios de la misma a través de este medio, informan desde la Cruz Roja.
Como dato curioso, y otra posible ayuda para cuando se den este tipo de casos, este verano, la institución estrenó en Valencia una aplicación que permite interactuar con los usuarios de las playas y dar avisos de personas perdidas. Los usuarios que tengan la aplicación descargada, entre otros avisos, pudieron recibir el aviso de personas perdidas con información facilitada por los propios familiares. Se llama «FirstCall», ya está disponible en otros puntos de nuestro país y puede suponer una ayuda extra de mano de otros bañistas a la hora de tratar de localizar a un menor.
Aplausos para encontrar a los padres
El año pasado se volvió viral el caso de unos turistas que se habían encontrado a un niño vagando solo en una concurrida playa de la localidad Ubatuba, Sao Paulo, Brasil.
El pequeño se había alejado un momento de su familia y se había perdido. Fue entonces cuando un grupo de desconocidos comenzó a aplaudir durante diez minutos y a corear el nombre del menor hasta que vieron que un grupo de personas corría hacia ellos desde la otra punta de la playa. Era la familia del niño que, guiada por las palmas y los cánticos de la multitud, pudo encontrar a su hijo en tiempo récord.
No es el único caso conocido en el que esta técnica surte efecto. Todo comenzó hace al menos una década en Argentina, donde se implementó el aplauso como señal para dar a conocer la ubicación de los niños en las costas. Aunque con los años se ha convertido en una costumbre en desuso, la realidad es que la señal de los aplausos aún se sigue aplicando y en situaciones como estas puede ayudar.
Al preguntar al especialista por esta práctica y su efectividad su respuesta es clara: lo importante es que se logró aquello que se buscaba lograr. «Si el objetivo es localizar al menor y de esta manera lo consiguieron, ¿quiénes seremos nosotros para decir que no es válida cuando obtuvieron el resultado que ellos esperaban?».
No obstante, señala que lo más importante en este tipo de situaciones es la prevención. Tener las pautas de actuación claras, incluso hasta en el caso de perdernos. Eso es algo que debe hablarse con los más pequeños al llegar a la playa pues es de vital importancia que tengan claro que la figura del Socorrista es de «su equipo» y que si tienen alguna dificultad, ellos estarán ahí para ayudar. Ese es un mensaje que desde la Unidad de Emergencia buscan transmitir a todos los menores y no tan menores.