Una vez más, a Guanajuarte llega otro artista de fuera de la región que transformó el arte en toda nuestra nación. Esta vez con un personaje a la altura de Leonardo da Vinci, no sólo por su creatividad, sino por su dedicación a diferentes oficios convirtiéndose de esta manera en un polímata al haber sido pintor, escultor, guionista cinematográfico, escritor de cuento y novela, director de teatro, dramaturgo y caricaturista.
Con tantas formas diferentes de arte en donde este hombre dejó su huella, es imposible olvidarse de Antonio González Caballero, quien fue más conocido por sus trabajos en teatro. Aunque antes de convertirse en el “todólogo” que todos conocen ahora, se dedicó a ser profesor de teatro en el (Asociación Nacional de Actores), en el INBA, en la ENEP Cuautitlán de la UNAM, y en el Teatro Emilia Carranza.
Caballero fue conocido primeramente por sus trabajos en pintura, así como sus estudios en los famosos pintores Paul Klee y Vasili Kandinski, mismos en los que se inspiró para crear sus obras de arte. También, gracias a este estudio, salieron de su escuela diversos pintores y caricaturistas importantes para México.
Después de su éxito como pintor y maestro de pintura, ganó fama como dramaturgo por su primera obra de teatro, la comedia titulada Señoritas a disgusto. Cuatro años después, su carrera de dramaturgo avanzaría hasta conseguir el Premio Juan Ruíz de Alarcón de la Asociación de Críticos de Teatro de México (ACTM).
A partir de este momento se dedicaría a la creación de obras teatrales de gran valor para el arte mexicano, tales como: Los jóvenes asoleados, Tres en Josafat, Una reverenda madre, Asesinato imperfecto y La noche de los sin calzones. Aunque en su repertorio literario también se incluyen cuento, novela y guiones para cine, radio y televisión.
Más adelante, se interesaría en la docencia actorial y por más de 35 años se dedicó a explorar y crear un sistema llamado el Método de actuación González Caballero. El cual se distingue en dotar al actor de la capacidad para crear un personaje y manejar la energía de su cuerpo para canalizarla a las zonas que las características que el personaje tiene.
De esta manera, nuevamente un artista llega a la escena artística mexicana poniendo el mundo de cabeza con su legado. En este caso, Antonio González no sólo fue un hombre de teatro, sino que éste dedicó su vida a varias ramas del arte.
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