Pocos personajes marcaron de manera importante el rumbo de la industria automotriz, pero uno de ellos no solo lo hizo una, sino dos veces. Se trata de Lido “Lee” Iacocca, mejor conocido como el padre del Ford Mustang y el ejecutivo que salvó de la quiebra a Chrysler, que además, creó un nuevo segmento en el mercado de los automóviles.
Lido Iacocca era hijo de inmigrantes italianos, pero hizo su vida en los Estados Unidos, donde estudió para convertirse en Ingeniero Industrial. Su historia en el ramo automotor comenzó allá por el año 1946, cuando Ford lo contrató como aprendiz de ingeniería, donde logró destacar y fue ganando importancia en la empresa.
Su siguiente paso en la marca del óvalo azul lo llevó al departamento de ventas, donde contribuyó con un programa de créditos que colocó a Ford como el primer lugar en ventas entre las firmas con sede en Detroit. Este hecho llamó la atención de los altos ejecutivos de la marca, quienes decidieron que Lee estaba listo para el siguiente paso: convertirse en director general de Ford.
Es bajo este nuevo cargo que Lee Iacocca hizo su primer gran logro, el cual consistía en crear un vehículo deportivo, con un rendimiento aceptable, pero con una apariencia única, que además, debía ser asequible para la gran mayoría, el resultado: el Ford Mustang, que vio la luz del mundo en el Salón de Nueva York en abril de 1964.
Además de que ese automóvil prevalece hoy día como un ícono para la firma, aquel novedoso producto logró colocarse como el coche que mejor se vendió durante su primer año en el mercado. Esto no pasó desapercibido por los de “pantalón largo” de Ford, quienes nombraron al ejecutivo italoamericano presidente de la compañía en 1970.
Fue en este periodo que Estados Unidos enfrentó una severa crisis petrolera, misma que llevó a Lee y a otros ejecutivos a idear un automóvil que contrarrestara los efectos de este problema. Es así que el Ford Pinto salió al mercado, pero fue tan controversial en diversos aspectos, pues hubo varios reportes de incidentes de explosiones y fuego provocado por el mal diseño del tanque de este automóvil. Dicho error, aunado a una mala relación con Henry Ford II, terminó con la historia de Iacocca con los del óvalo azul, quien fue destituido de su cargo como presidente en 1978.
Poco importaron los logros de Lido. La firma que se benefició de la creación del Mustang le dio las gracias al ejecutivo, quien a pesar de la estrepitosa y humillante manera de ser despedido, poco duró sin trabajo, ya que pronto fue contratado por otra armadora de coches.
Se trataba de Chrysler que en paralelo de los logros de Iacocca atravesaban por el periodo más difícil e incierto de toda su historia. Tan solo en el trimestre que “Lee” fue reclutado, la marca de la estrella registraba pérdidas por 160 millones de dólares, esto debido a mala reputación en calidad de sus productos y malos manejos de administraciones anteriores.
El accionar de “Lee” fue pronto e implacable, ya que se vio en la necesidad de cerrar diversas plantas productoras, despedir a miles de empleados, a sacar modelos obsoletos o no funcionales del mercado, y hasta vendió la fracción europea de Chrysler a Peugeot. La situación era tan complicada que estas acciones no fueron suficientes, por lo que la armadora de automóviles tuvo que pedir un rescate financiero al gobierno de Estados Unidos, por la cual tuvieron que adjudicarse una deuda total de más de 4.7 mil millones de dólares.
Aunque el panorama permanecía incierto, para revertir la mala racha, Lee Iacocca tuvo que dar paso a una segunda fase, misma que se realizó basada en su experiencia anterior en producto y ventas.
Lido lo volvió a hacer. Esta ocasión innovó creando un nuevo segmento en la industria cuando presentó a la nueva Plymouth Voyager (Dodge/Chrysler Caravan), modelo que se convirtió en la primera minivan en el mercado. El monovolumen fue todo un éxito rotundo en ventas, pero no sería todo.
Pese a que la crisis petrolera causó estragos entre los compradores, “Lee” se las ideó para gestar la Serie K de Chrysler, que eran vehículos de tracción delantera, con un bajo consumo de combustible, pero con espacio suficiente para una familia completa, además, con precios de compra asequibles, lo que desencadenó en un éxito más a la cuenta del ejecutivo italoamericano.
Los triunfos fueron tales que Iacocca logró revertir los números rojos Chrysler, que en tan solo cinco años después de la llegada de su nuevo presidente (1984), pudieron liquidar la deuda que tenían con el gobierno estadounidense.
Después de salvar a la firma de la estrella de la quiebra, la bonanza siguió para los dirigidos por Lido, y, bajo su régimen, Chrysler logró colaboraciones importantes, como la alianza con Mitsubishi. Después, y ya con una relativa consolidación financiera, pudieron comprar a otras marcas, como: Lamborghini y Maserati. Ya en 1987 adquirieron a AMC y Jeep, esta última armadora trajo tranquilidad y números favorables para la década siguiente, que además continúa al día de hoy como una marca importante dentro del grupo.
Fue en 1992 cuando Lee Iacocca se jubiló de Chrysler, que no solo será conocido dentro de la marca como el hombre que los salvó de la quiebra, sino también como el vendedor que hizo famosa la frase “si encuentra un coche mejor, cómprelo”, misma que marcó la historia del automóvil, principalmente en los Estados Unidos.
El pasado 2 de julio Lee Iaccoca dejó de existir, pero no su legado, que va más allá de lo tangible y prevalecerá como uno de los ejecutivos más importante de la industria automotriz. Sin duda Lee Iacocca marcó un parteaguas, además de dejar una historia de superación y éxito que pocos personajes podrán replicar.