Los fuertes episodios de violencia que ha sufrido desde abril de 2018 la sociedad nicaragüense han generado un “miedo desproporcional” en la población, explican expertos, quienes precisan que existen secuelas psicológicas inmediatas, tardías y colectivas.
“Obviamente quedan secuelas psicológicas inmediatas, las que se presentan en el primer mes, y secuelas tardías. Actualmente se están viendo más las consecuencias psicológicas colectivas, predominando las ansiedades por recuerdos de eventos violentos o por problemas económicos que desembocan en trastornos adaptativos”, dijo la doctora Heydi Trujillo, médica especialista en psiquiatría y catedrática de la facultad de Medicina de la Universidad Americana (UAM).
Jorge Quijano sufrió las consecuencias psicológicas inmediatas, en mayo del año pasado, cuando circulaba por la noche en el sector de la pista El Mayoreo, en Managua.
Quijano explica que de pronto notó que detrás del vehículo que conducía iba una camioneta, que seguía su mismo curso.
Suspiró hondo y trató de calmarse, pero la camioneta continuaba tras él, por lo que giró al interior del barrio Concepción de María, lo que al final le generó más preocupación porque las calles son angostas y se sentía una presa fácil.
Optó por retornar a la vía principal y entonces quedó casi a la par de la misma camioneta.
La última movida de Quijano consistió en que, al llegar a la pista Panamericana norte, giró al este y, entonces, el conductor de la camioneta sospechosa dobló al oeste. El hombre, por fin, respiró al sentirse a salvo.
Un año después, Quijano ríe cuando relata aquel episodio a sus amistades y se ha dado cuenta de que al menos otras cuatro personas de su entorno han vivido situaciones similares.
Desde el año pasado decenas de personas han denunciado que han sido detenidas por civiles armados que viajaban en camionetas, por lo que la población siente miedo cuando transita y aparecen ese tipo de vehículos.
El himno nacional
En el caso de Álvaro Canales, para él cantar el himno nacional no era más que un formalismo en el colegio o en actividades oficiales, pero ahora dice que se trata de canto de rebeldía. Lo mismo piensa Judith Mejía cuando porta una bandera azul y blanco por la calle.
Durante las protestas en Nicaragua, muchas personas que han cantado el himno nacional o llevaban la bandera de Nicaragua han sido detenidas, de acuerdo con denuncias y videos divulgados en las redes sociales.
Esta situación, explicó el catedrático Marvin España, solo refleja a una sociedad polarizada que genera desconfianza en los pobladores hacia las instituciones del Estado, especialmente ante la Policía Nacional.
“La incertidumbre y la angustia que se está viviendo son históricas, han estado soterradas en los nicaragüenses, esperando el momento para estallar y las condiciones se dieron en abril (de 2018)”, dijo España.
Agregó que las actuales condiciones tienen como consecuencia diferentes tipos de acciones, que van desde las migraciones por la inseguridad ciudadana y el deterioro de la economía, a enfermedades crónicas, violencia intrafamiliar, de género y extremos como la autoinmolación o el suicidio.
“El problema (socio político) que estamos viviendo en Nicaragua también se está transformando en un problema de salud pública, que debe ser enfrentado desde un enfoque multidisciplinario para poderlo sanear”, sostuvo España.
Por su parte, Trujillo señaló que los eventos de violencia afectan a toda la sociedad, desde la niñez, pasando por los adultos, adultos mayores y personas con discapacidad.
La especialista afirmó que la población reacciona con un miedo desproporcional, que tiene consecuencias físicas y sicológicas.
Destacó que tanto quienes sufrieron violencia directamente, como quienes lo hicieron indirectamente tendrán secuelas a largo plazo, siendo la depresión y la ansiedad lo que más se está observando en las atenciones de salud mental.
“Los síntomas muchas veces pasan desapercibidos, por lo que es más fácil percibir una fiebre a que reconozcamos una depresión o las ansiedades. Y por eso no somos conscientes de que tenemos un problema emocional y no lo atendemos. Por eso debemos reconocerlo”, dijo Trujillo.
¿Sufre depresión o ansiedad?
La especialista indicó que hay varias formas para detectar las secuelas.
Entre ellas, Trujillo menciona el desánimo para ir a trabajar, ser más irritables con los compañeros de labores o en el círculo familiar.
La depresión también se expresa en un desánimo para seguir funcionando normalmente en el trabajo o en la escuela, una baja en el nivel de rendimiento y poca concentración.
En la familia hay aislamiento, irritabilidad y pesadillas constantes; y en el ámbito estrictamente personal se da una sudoración excesiva y tensión muscular.
La depresión es más frecuente en la mujer, que repentinamente rompe en llanto incontrolable. Esto incluso puede llevar al suicidio, advirtió Trujillo.
La ansiedad se manifiesta más en el hombre, con dolores de taquicardia, dolores de pecho, temblor involuntario en las manos, dificultades para conciliar el sueño, aumento en la velocidad del habla.
De una ansiedad crónica pueden surgir enfermedades como problemas de hipertensión; y de una depresión se puede somatizar (histeria), creando un aumento de glucosa en la sangre, por la tensión interna del cuerpo.
“Se puede decir que el componente primario fue la violencia y sus recuerdos, en estos momentos se suman los problemas económicos. En las consultas de salud mental lo que más se están viendo en los pacientes es la queja económica, una situación que nos va sumergiendo a todos, por una baja en las ventas, y los retrasos en las deudas son los (problemas) más frecuentes. Al final, la crisis económica también se vuelve parte del problema de salud mental”, dijo Trujillo.
En efecto, en lo económico Nicaragua transita con una caída en su Producto Interno Bruto, mientras que los empleos formales pasaron de más de 950 mil en 2018 a un poco más de 700 mil hasta febrero pasado, según cifras oficiales.
De acuerdo con Trujillo, los casos de ansiedad ocurren principalmente en la población que tiene entre 30 y 50 años; mientras que las conductas de inmolarse se dan entre las personas que tienen entre 15 y 29 años.
¿Hay soluciones?
La especialista en salud mental recomendó exponer los miedos poco a poco para ir resolviendo los problemas internos.
Además, calificó como clave que cada persona se instruya sobre sus nuevos pensamientos, como una forma de terapia alternativa que permitirá visibilizar lo que genera temor.
Recomendó que estas terapias se hagan con familiares, personas de mucha confianza, con un terapeuta o un especialista en la materia.
“A nivel de sociedad, tenemos que volver a reestructurarnos en la tolerancia, para disminuir la violencia y fomentar las relaciones humanas saludables. Terapias de catarsis, grupales en instituciones, universidades, como herramientas y alternativas en rehabilitación mental. Sensibilizarnos en lo que nos da temor como pauta primordial”, dijo.