Es de estatura alta y tiene la tez dorada por el solazo que cae en la explanada del Centro de Mando de la Policía Federal, frente a la llamada Torre de Cristal. La mujer descansa sobre unas maletas negras; alrededor, compañeros suyos protestan y otros pajarean. Tiene semblante de fatiga.
Ella es una de las cientos de mujeres del sector femenil que forman parte de la Policía Federal, una corporación que ha sufrido cambios después de que fue creada, hace casi 20 años, en los gobiernos panistas. Con el actual será desaparecida. Por eso la rebelión que lleva días.
Un muro de concreto blanco llama la atención: en el centro, la estrella en azul y blanco, que identifica a la corporación, y un letrero enmarcado por una guirnalda: “Ni uno más”. Abajo, en círculos: División de Investigación, División de Inteligencia, División de Seguridad Regional y Gendarmería. Dos rastros curvos indican que hubo otros letreros.
Las instalaciones, que abarcan una inmensa extensión en la alcaldía de Iztapalapa, están divididas en arteriales viales como si se tratara de una pequeña ciudad: avenida Federales, calle Guerreros, calle Héroes...
Los pasos giran a la izquierda, hacia la Torre de cristal, que alberga oficinas y en cuyo fondo colocaron una llama simulada y una frase sobre el muro blanco: “Somos el eco de los que se fueron”.
En la parte central, la figura de una gran estrella de siete picos y tres letreros, uno arriba y dos abajo: México, Policía Federal. En medio, un escudo con dos cabezas, una de jaguar y otra de águila; significan el “guardián de noche” y el “guardián de día”.
Seis picos apuntan hacia igual número de palabras: Moral, Lealtad, Autoridad, Disciplina, Dignidad y Honor. En medio, un rombo con una balanza que simbolizan “igualdad” y “justicia”.
Pero que nadie intente caminar sobre el símbolo, pues sería una ofensa para esa corporación que tiene los días contados.
De todos modos es resguardada por los agentes como algo suyo, que lo es, y están pendientes de que nadie la mancille.
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Entre los inconformes que protestan se encuentra uno de los pioneros de la Policía Federal, con 18 años de antigüedad, fusionada con la de Caminos y convertida en Preventiva.
Él, como otros 400, fueron comisionados de la Secretaría de Marina en aquel tiempo, pero solo quedaron 250 que formaron la primera compañía de ese cuerpo policiaco.
Dejaron de ser marinos para convertirse en policías y realizar labores de seguridad. Los concentraron en diferentes zonas. Era el sexenio de Vicente Fox. Una de las bases está en Calzada de las Bombas.
Cuando llega Felipe Calderón a la Presidencia de la República se construye este complejo situado en el número 85 de Anillo Periférico, y la agrupación queda como Policía Federal.
—Y ustedes se siguen capacitando.
—Constantemente estamos en cursos de actualización y certificados. Tenemos exámenes de control de confianza, lo que no tiene la mayoría de la Guardia Nacional.
Cerca del agente fundador está otro, de 33 años, de Veracruz. En 2011 ingresó a la corporación. Es casado y tiene tres hijos. El hecho de que le quiten el bono de riesgo, como a los demás, es un duro golpe al bolsillo.
—¿Y el cambio?
—Es denigrante, porque nos desintegran en muchos aspectos. En primer lugar por el desmantelamiento y por las represalias que está tomando contra nosotros el actual gobierno.
Lo acompaña otro agente, oriundo del Estado de México, quien ingresó a la corporación en 2007, pero tampoco le agrada el cambio.
“Nos quieren mandar a los cuarteles militares —se queja— y desplegarnos a cualquier estado de la República, sin descansos operativos, ni derecho al bono de riesgo”.
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La mujer de tez morena, sentada en una de sus maletas frente a la Torre de Cristal, está en medio de una multitud de compañeros que protestan. Tiene 41 años y 10 de en la corporación policiaca.
Su base es el Centro de Mando de Iztapalapa. Ha sido desplegada a diferentes partes de la República mexicana, como Tamaulipas, Chihuahua, Jalisco, Coahuila y Chiapas. Cursó el bachillerato y estudió en la Academia Superior de Seguridad Pública en San Luis Potosí.
Relata lo mismo que otros: trabajaban 25 días y descansaban cinco, tiempo en el que veía a sus tres hijos. Se enlistó en la Policía Federal para sacar adelante a su familia. Lo dice con franqueza.
Dos hijos están en la secundaria y una en la preparatoria, de modo que sus gastos aumentan. Además, pidió un préstamo al Issste, porque falleció su papá y a ella le detectaron cáncer cervicouterino.
“Trabajábamos 25 días y descansábamos cinco”, relata. “En esos cinco días yo podía ver a mi familia”.
—¿Y la ausencia del bono?
—Eso nos afecta mucho, porque ya no le brindaría la educación a mis hijos. Sí, efectivamente, la Policía Federal nos da para subsistir, porque además estoy pagando 6 mil pesos mensuales por mi casa.
—¿Cuánto disminuyen?
—En bono, 8 mil 200 pesos mensuales; solo nos quedaríamos con 14 mil 400 pesos de salario.
El bono es por los riesgos que enfrentaban. Y es Chiapas y Michoacán donde ella corría más riesgos debido a “la contención de masas”; por delincuencia organizada, en los estados de Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua.
—¿Su vida ha estado en peligro?
—En Chiapas, por las manifestaciones de la CNTE. Una vez atacaron un hotel con petardos. Lo quemaron. Hirieron a un compañero. Los dueños eran personas mayores. Los resguardamos a ellos y al personal.
—¿Y con la delincuencia organizada?
—En Tamaulipas, pegado a la frontera, me tocó un enfrentamiento a fuego cruzado en 2011. Íbamos en un vehículo blindado y nos dispararon. Traíamos armamento, pero no era el más indicado. En ese entonces yo traía una Bushmaster, calibre 2.22, me parece.
—¿Y ellos?
—Cuernos de chivo. Mucho más potente.
Eso fue en el pasado.
—¿Y ahora?
—Pues estamos en la incertidumbre. Para empezar, el jefe Durazo ya nos dijo que bono ya no habrá.
Por eso y más la rebelión.
