Tan impredecible el futbol, oigan, después de todo. ¿El Real Madrid, el equipo más fabuloso del planeta? Fuera de la Champions, irrelevante en la Liga, sin Copa ni nada. ¿La Argentina de Messi? Pues, no ha hecho gran cosa. ¿Alemania? Ya vieron lo que le pasó en el pasado Mundial. ¿Brasil? Revive, y vaya que sí, pero su estrepitosa derrota mundialista contra los teutones, justamente, sigue siendo una losa muy pesada.
México sobrellevó también un marcador de escándalo contra la selección de Chile en los tiempos de aquel señor Osorio dedicado a experimentar sin ton ni son pero, bueno, no fue algo tan insólito como el derrumbe de aquellas potencias futbolísticas. Lo que sí sorprende, en estos mismísimos momentos y en víspera de la gran final de la Copa América, es lo de Perú. ¿De dónde diablos salieron estos revolucionarios?
Eso sí, hoy será la gran prueba de fuego para el Tri que dirige el Tata Martino y que tan buenos números lleva: en nueve encuentros, ocho partidos ganados y un empate que se resolvió a favor en la tanda de penaltis. El equipo en ocasiones no nos ha convencido a los aficionados pero los resultados son los que hablan, más allá de que a algunos de nosotros, en lo personal, nos guste el buen juego por encima de las cifras. Y, hay que decirlo, el Tri no juega nada mal. Se le atravesó Haití, es cierto, pero lo que pasa es que el nivel está subiendo globalmente y muy pronto ya no habrá partidos fáciles contra nadie.
Hablemos, sin embargo, de los Estados Unidos. En lo que se refiere a la Selección femenil de nuestro vecino país, no ha habido sorpresas ni descalabros inesperados. Son una máquina de hacer goles esas chicas y no se tientan el corazón. Pues, miren ustedes, la coincidencia de ese partido del Mundial femenil y de la final de la Copa de Oro en la que también juegan los estadounidenses, me mete cierta inquietud. ¿No van ellos a celebrar dos triunfos, o sí?