Ya sea para tomar parte en el esperado Desfile de la Serpiente, y la Quema del Diablo, para disfrutar de variadas celebraciones a cielo abierto, de las tradiciones de las comunidades, de exposiciones de artes plásticas, de poesía y teatro... La gente ansía ir a Santiago de Cuba para vivir el Festival del Caribe, un evento que con 39 años de ediciones ininterrumpidas sigue ganando espacios y afectos como una fiesta cultural tremendamente atractiva para el público cubano y extranjero. Porque estar ahí significa interactuar con culturas populares vivas. Es, sencillamente, la mejor oportunidad para redescubrir el Caribe.
Esta edición (hasta el 9 de julio) se ha distinguido por su dedicatoria a la República Oriental del Uruguay. Para conocer otros detalles de esta cita, dialogamos con Orlando Vergés Martínez, presidente del comité organizador, investigador y director de la Casa del Caribe, institución que organiza tan multitudinario evento.
—¿Por qué la República Oriental del Uruguay como país invitado de honor?
—«Sobre ese particular se sucitaron muchas inquietudes, las cuales transitan por la desinformación que existe en la Isla sobre esa nación, o porque todavía no hemos alcanzado hacerle entender al gran público qué es el Caribe. Uruguay se localiza casi en el extremo sur de América del Sur, bastante distante de aquello que se conoce como Caribe geográfico, pero nosotros siempre hemos promovido un acercamiento hacia esta singular parte del planeta más bien a partir de su cultura, apoyados en el concepto de un Caribe cultural, concepto usado por la geopolítica al referirse al Gran Caribe.
«De este modo, no solamente se entiende por Caribe esa región conformada por las islas bañadas por el mar de igual nombre, sino como una extensión de realidades. Tiene que ver con la formación histórica. Por tanto, los territorios que comparten las mismas condiciones históricas de surgimiento en el área, pueden emparentarse con el Caribe. Y eso implica un enfoque dialéctico, progresista».
Para Orlando Vergés el Festival del Caribe ha servido para fortalecer a la nación. Foto: Naskicet Domínguez
Comenta Orlando Vergés que Uruguay es un país distante geográficamente del Caribe con una notoria ascendencia europea, más una exigua población afrouruguaya que solo representa el diez por ciento. Sin embargo, tiene en sus componentes culturales esenciales evidentes elementos que los enlazan con el Caribe: la música, la religiosidad popular y el carnaval, que es la zona más evidente. Por tanto, se revisó la bibliografía vinculada con la presencia africana en el Uruguay, pues grandes contingentes de esclavos africanos entraron a ese país y de ahí partieron a otra zona, remontando el río de La Plata, hasta Buenos Aires, por ejemplo. Además se investigó la cantidad de etnias africanas que se dieron cita allí y se indagó sobre la sistematicidad y la frecuencia con que ocurría la entrada de esclavos por el puerto de Montevideo.
«Entonces, nos apoyamos, a partir de la propuesta de promotores, en la fortaleza de ese componente afrouruguayo para corresponder a la solicitud que los amigos nos estaban realizando para esta dedicatoria. Y nos pareció justo. El imaginario, la cosmogonía y los elementos más profundos de la cultura uruguaya están fuertemente asociados al imaginario, la cosmogonía y los elementos más profundos de la cultura de las islas del Caribe y de los territorios de tierra firme que están mirando hacia ese hermoso mar».
Variopinta es la delegación uruguaya presente en esta cita, con representación de diversas manifestaciones, desde un grupo folclórico hasta un ballet clásico, además de coros, expresiones del candombe y del carnaval.
«El Festival ha tratado de concentrar y hacer lucir, al mismo tiempo, las expresiones de la cultura uruguaya en todos sus espacios, mediante la presencia de esa nación en el coloquio El Caribe que nos une, o con el panel conformado por uruguayos y cubanos para analizar diversos temas que muestran la historia común de ambos países. No debemos olvidar el hecho de que nuestro José Martí fue cónsul de Uruguay en Estados Unidos; tampoco la relación que se estableció con los comerciantes de La Habana, quienes viajaban hasta el puerto de Montevideo a abastecerse de carne salada para la alimentación de los esclavos radicados en el occidente de Cuba, por solo mencionar dos ejemplos».
Esta Fiesta del Fuego ha mantenido su estructura: los diferentes espacios, la combinación de eventos, encuentros académicos y programación artística. Este año han llevado con énfasis el festival a la calle, para salir de los espacios cerrados y accionar al aire libre, en pos de interactuar aún más con la gente por todos los barrios de Santiago. Pero «no ha sido un festival grande, como los anteriores, por las condiciones económicas que vive la región, de todas formas hemos realizado un esfuerzo importante para mantenerlo», enfatizó Vergés.
—La participación nacional siempre da mucho brillo al Festival…
El Festival ha creado las condiciones para no sucumbir bajo ninguna circunstancia.
—Con el esfuerzo de instituciones culturales de la ciudad y las autoridades hemos logrado que asistan más de 600 artistas integrantes de grupos portadores de casi todo el país. Desde Pinar del Río hasta acá, hemos hecho una selección, como el tambor yuca, de Vueltabajo, y las expresiones de origen arará, de Matanzas. Asimismo se convocó al Cabildo Santa Bárbara, de Palmira, Cienfuegos, a grupos de rumba, a La Cinta, de Ciego de Ávila, única de su tipo en Cuba. Hemos querido que estén presentes tradiciones campesinas de Las Tunas y Camagüey, así como el changüí, el nengón y el quiribá, de Guantánamo».
«¿Qué sería del país si desapareciera el Festival del Caribe?», interroga Orlando Vergés. Para él sería como conspirar contra un proceso que ha servido para fortalecer a la nación, porque «la Fiesta del Fuego tiene mucho peso en el derrotero y porvenir del país», insistió.
«Quienes crearon la Fiesta del Fuego con Joel James a la cabeza, no sospecharon que se convertiría en un espacio donde tuvieran lugar los procesos de continuidad de la formación de la identidad cubana. El Festival fue ganando ese privilegio en la misma medida en que se fueron ensanchando, especializando los encuentros que se organizaron. Por tal motivo, nuestra mayor responsabilidad es sostenerlo.
«El evento ha creado las condiciones para no sucumbir bajo ninguna circunstancia. En tiempos como los que vivimos, es sumamente importante para cualquier nación, para cualquier identidad nacional, mirar hacia esa cultura, hacia la cual no se mira con mucha frecuencia, incluso en nuestro mismo medio. Para suerte nuestra, los grupos portadores de todo el país que hemos convocado en las diferentes ediciones ven el Festival como propio, como suyo, casi como su espacio natural, lo cual es un logro del trabajo de estos años».