Nacieron rodeados de arte y ahora viven de él sin dar la espalda a las nuevas tecnologías
A Brianda Fitz-James le nace un coral rojo en la cabeza cuando se sumerge en un mar de dudas. A veces se ve rara a sí misma, con cola, cuernos, garras y alas de dragón. Cuando quiere dejarse llevar se monta en un cisne blanco que nada en un lago. Son algunas de las imágenes entre naíf y surreales que se pueden ver en su nuevo libro de ilustraciones Mi universo re-creativo, que publica la editorial Lunwerg y cuyos originales se exponen en la galería de su hermano, Jacobo Fitz James, llamada Espacio Valverde, escondida al fondo del patio de un vetusto edificio en el madrileño barrio de Malasaña. “En principio quería hacer algo más pop, un homenaje a mis referencias artísticas, cinematográficas, etc, pero al final me salió algo más intimista”, explica la autora, centrada ahora más en su faceta de ilustradora que en otras como las de diseñadora o dj ocasional.