arlos Rivadulla conversa con este diario una semana después de que el separatismo haya tomado oficialmente la Cámara de Comercio.
–¿Cómo acoge la victoria del independentismo en la Cámara de Comercio?
–Me parece que es una presa fácil. El separatismo se dio cuenta de que hay poca participación, que es un aspecto para analizar. ¿Por qué a los empresarios no les interesa la Cámara de Comercio? No es una herramienta muy usada por los empresarios, pero se dieron cuenta del valor simbólico por la representatividad y el altavoz que tiene y porque la Cámara también tiene asiento en una docena de instituciones, como la Fira. Fueron muy hábiles en movilizarse.
–Mientras que el constitucionalismo no se movilizó.
–El constitucionalismo ha vuelto a pecar de no ser consciente de que sin movilizarse igual o más que el separatismo, van a ir ganando terreno en esas instituciones. Es una responsabilidad de todo el espectro no independentista. Por muy sacrificado que sea, hay que movilizarse. Es peligroso dejarlo todo en manos de las instituciones porque el Estado tiene su agenda y sus condicionamientos. Y creo que la movilización no es solo de los catalanes no independentistas, sino también del resto de españoles, ya que la tensión separatista nos incumbe a todos.
–El presidente de la Cámara ha anunciado una consulta para declarar persona «no grato» a Felipe VI.
–Para eso quieren la Cámara. Para seguir haciendo política separatista y creando tensión dentro del poder y los recursos que pueden manejar. Nosotros, por cuestiones legales, no podemos formar parte pero muchos de nuestros asociados lo son y estamos trabajando con ellos para actuar ante cualquier medida o recurso usado en acciones que no sean las estrictamente propias del ente.
–¿Van a actuar ante la última iniciativa de la ANC de elaborar una lista con las empresas afines al «procés»?
–Enviamos una carta a la ANC en la que advertíamos de que si no retiraban el buscador en 24 horas, iniciaríamos acciones legales contra ellos. No vamos a permitir esta senda de intolerancia y de señalamientos. Pensamos que no es libertad de expresión, ya que la libertad de expresión no puede amparar discriminaciones ideológicas.
–Hace unas semanas se celebraron las jornadas del Círculo de Economía y su presidente, Juan José Brugera, sostuvo que los «peores augurios no se habían cumplido». ¿Lo comparte?
–No sé a qué se refería con peores, porque los indicadores de inversión extranjera son devastadores para Cataluña. La pérdida de la Agencia Europea del Medicamento es algo muy grave. Quizá a lo que se refiera es que no ha sido un apocalipsis, no. Afortunadamente, gracias al 155, que supuso cortar la parte más gruesa de la hemorragia de empresas; y porque la marca Barcelona ha aguantado. Pero a mi lo que me preocupa es el largo plazo. Creo que estamos en una senda de paulatina degradación, donde los inversores o agentes económicos no van a confiar.
–El Govern, precisamente, presume de las últimas importantes inversiones que han llegado.
–La ventaja que tiene el separatismo es que no se puede medir el coste de oportunidad porque las empresas no te dicen que no van a invertir en Cataluña por motivos políticos.
–Habla de una degradación paulatina.
–Hay varios escenarios. Está el escenario Cuixart, de «lo volveríamos a hacer». Yo dudo que vuelvan a crear en los próximos 10 o 15 años un escenario de tanta tensión. Pero me preocupa el escenario dos, que es de no confrontación directa pero con un gobierno independentista que, a pesar de que no busque la ruptura brusca, busca una ruptura a largo plazo que va degradando la sociedad y la economía. Este escenario provoca el efecto Quebec, porque no genera confianza entre los inversores y todos los indicadores económicos van descendiendo.
–¿Es decir, a corto plazo no ve factible que el empresariado recupere la confianza?
–No. Si se empiezan a enviar mensajes de que ERC y JxCat abandonan la vía unilateral pero continúan con su agenda independentista a largo plazo con determinadas acciones, aunque sean menos graves que otro intento de golpe de Estado, también provocan una degradación lenta. Solo la amenaza o el mensaje de que en Cataluña puede haber independencia en 15-20 años detrae a los inversores.
–En este sentido, ¿lo peor no ha pasado aún?
–Está por llegar porque creo que estamos en una senda de descenso paulatino pero continuado. Lo peor llegará de aquí a diez años si seguimos igual.
–¿Cree que mensajes como el de ERC a favor del retorno de las empresas pueden surtir efecto?
–Yo creo que, lamentablemente, cada día que pasa es más difícil que vuelvan. Las empresas también se dan cuenta de que en otros lugares también se vive muy bien y no te crean problemas gratuitamente.
–¿Ustedes están trabajando en el retorno de las empresas?
–Ya hablamos con ellas, pero nos dicen y tienen razón, que cómo van a volver estando Torra. Es absurdo. Con Torra en el Govern no va a volver nadie.