La detención del sargento segundo Manoel Silva Rodrígues con 39 kilos de cocaína en su maleta, cuando hacía escala en el aeropuerto de Sevilla, ha supuesto una vía de agua para la imagen del presidente brasileño Jair Bolsonaro. El detenido formaba parte de su comitiva como parte de la tripulación de reserva que le acompañaba en el viaje oficial a Japón, donde se celebra este fin de semana una cumbre del G20. Silva Rodrígues volaba en un avión distinto al que llevaba al mandatario y que hizo escala el martes al mediodía en San Pablo. Fue en el control de pasajeros, cuando dos agentes de la Guardia Civil detectaron la droga en el equipaje del militar, quien fue apresado por un delito contra la salud pública y enviado a prisión provisional. En estos momentos se encuentra en Sevilla I, a la espera de pasar a un módulo específico para agentes de fuerzas de seguridad e integrantes del Ejército.
Esta detención está generando ríos de tinta en el país sudamericano donde los medios están buceando en la vida profesional del sargento, de 38 años. Uno de los detalles que ha trascendido es que llevaba trabajando para los equipos presidenciales desde 2011. Los vuelos oficiales en los que participó como miembro de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) están registrados en el portal de transparencia del Gobierno federal donde también se puede consultar los emolumentos que recibió por cada desplazamiento y su salario bruto. Así consta que en marzo cobró 7.298, 10 reales brutos, que al cambio con el euro equivale a unos 1.669,28 euros. Un salario ocho veces superior al mínimo de su país, que no llega a los 1.000 reales.
El militar cobra un salario base de 7.298 reales (unos 1.669 euros); ocho veces más que el mínimo del país
La detención de Silva Rodrígues fue confirmada por el propio Bolsonaro a través de un comentario en su cuenta de twitter a las pocas horas de que un medio brasileño diera la noticia. Conforme la información fue ya materia para la prensa internacional, desde la presidencia enviaban un mensaje para desvincular a Bolsonaro con el sargento corrupto. El presidente, en un segundo tuit, subrayaba: «A pesar de que no hay relación con mi equipo, el episodio ocurrido en España es inaceptable. Exigí investigación inmediata y castigo severo al responsable por el material estupefaciente encontrado en el avión» de la FAB. No toleraremos esa falta de respeto a nuestro país».
Los medios brasileños aseguran que el vuelo donde iba el presidente con destino a Osaka (Japón), modificó la escala y se desvió hacia Lisboa, tras confirmarse que el avión militar que iba de avanzadilla estaba retenido en Sevilla por la detención de uno de sus tripulantes.
A través del portal de transparencia se sabe que el militar apresado, que forma parte del Grupo de Transporte Especial (GTE), con base en Brasilia, ha participado en viajes internacionales de los expresidentes Dilma Rousseff, Michel Temer y otros miembros de los últimos tres gobiernos. En total, en el citado portal constan una treintena de vuelos desde 2011.
El vicepresidente de Brasil, general Hamilton Mourao, calificó al sargento de «mula cualificada» y precisó que será necesario investigar las conexiones del sargento de la Aeronáutica: «Una actitud de esa naturaleza no salió de su cabeza. Con seguridad existen conexiones en eso». Desde el Gobierno confirmaron que el detenido tenía previsto regresar a Brasil en el avión presidencial cuando culminara la cumbre en Japón.
