Diez individuos que juegan al mismo videojuego, cada uno con su ordenador y divididos en dos equipos. Una gran pantalla detrás que retransmite la partida en directo ante un gran auditorio, lleno de gente que sigue las estrategias y los movimientos de cada equipo. En el centro, dos comentaristas profesionales, que explican la evolución de la batalla. En formato de torneos internacionales, nacionales o interuniversitarios. Así es una competición e-Sports. Este fenómeno arrastra a millones de espectadores: la final del Mundial del videojuego League of Legends en 2017 alcanzó los 75 millones de espectadores, más que la última final de la NBA en Estados Unidos.