El índice de analfabetismo en México ha permanecido intacto en los últimos diez años, cerca de 6.8 por ciento de la población nacional mayor de 15 años es analfabeta. Situación que se agrava, si consideramos que los estudios en el tema indican que la cifra alcanza unos seis millones de mexicanos que no saben leer ni escribir.
En este sentido, el índice de analfabetismo permanece a medida que la cifra de la población aumenta. Por ejemplo, mientras en el año dos mil la cifra del analfabetismo correspondía a 5 millones 942 mil personas, se observó un descenso de medio millón en 2010, lo cual podríamos considerar como un triunfo; no obstante, cuatro años después, en 2014, la cifra aumentó nuevamente y con creces al llegar a los 5.8 millones de analfabetas.
Es necesario cuestionarnos cómo es que esta condición pudiera cambiar o si existe la intención de hacerlo. La mejor manera de iniciar es a través del análisis que podemos hacer desde la universidad y por esta razón, la presente columna es resultado del Seminario de Comunicación Política.
Para iniciar, es importante tomar como referencia el estudio que realiza académico de la UNAM, Hugo Cassanova Cardiel, quien describe al analfabetismo como un hecho dramático, más si este fenómeno se analiza desde un enfoque de género. Las cifras indican que del total de personas analfabetas, 60 por ciento son mujeres, mientras que el 40 por ciento son varones. Estos porcentajes han permanecido estáticos a lo largo de una década.
Desde la perspectiva de este autor, sólo si se considera al género, ya se está hablando que la condición del analfabetismo, genera marginación. Además, esta problemática se concentra en grupos vulnerables.
La combinación de las condiciones antes citadas, da como resultado una fragilidad profunda que pueden conducir a situaciones que Cassanova Cardiel califica de “alto riesgo”. Por esta razón, es necesario considerar el progreso que han tenido programas como el implementado en la Ciudad de México.
Y es que la Ciudad de México ha sido ejemplo de los avances conseguidos en relación al segundo de los Objetivos del Desarrollo del Milenio: “Lograr la enseñanza primaria universal”, así como a la meta 3.A del tercer objetivo: Eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria.
Por ejemplo, la Secretaría de Educación de la Ciudad de México ha desarrollado programas sociales que atacan el rezago educativo. Un caso es el de “Más becas, mejor educación”, el cual beca a niñas y niños en condición de vulnerabilidad. Otro ejemplo, esMaestr@ en tu casa el cual alfabetiza y da acompañamiento para iniciar o concluir los estudios de primaria, secundaria o media superior, y atiende las necesidades de formación laboral y alfabetización digital de personas de 15 años o más en rezago educativo.
No obstante, el problema del analfabetismo sigue, y es un tema grave no sólo para México sino para el mundo. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés), uno de cada cinco adultos en el mundo no han sido alfabetizados, y 72 millones de niños no están escolarizados.
Si bien, el objetivo de esta columna es indicar un camino para encontrar soluciones, desde la universidad consideramos que el primer paso es dar cuenta de la situación, y ante los tiempos de cambio, brindar un panorama que permita a los tomadores de decisiones conocerlo y ser el detonador de alianzas y eslabones que detonen la cooperación entre la sociedad.