La escalada de violencia que ha sido permanente en los últimos años en Jalisco tuvo un punto de inflexión más el viernes pasado que se registró un inédito ataque orquestado y casi simultáneo a personal de la Fiscalía General del Estado.
Las agresiones que cobraron la vida de dos policías investigadores (y desgraciadamente heridas a un hijo que iba con el agente con lo que se siguen sumando menores a la lista de víctimas colaterales de la violencia) y a otra funcionaria que logró salir con vida del atentado, provocaron una movilización por tierra y aire al sur de la ciudad pocas veces vista y que convirtió en un campo de guerra el Fraccionamiento Jardines del Edén, en Tlajomulco, ante la zozobra y pánico de los moradores.
También hubo terror en la colonia Lomas del Auditorio donde quisieron asesinar a la coordinadora de puestos de socorro, y en Villas de San Martín, donde el policía investigador adscrito al área de Homicidios prácticamente fue sacado de su casa para matarlo. Con ellos, suman ya 14 elementos policiales caídos a manos de los sicarios en lo que va del año, lo que sin duda desalienta las vocaciones para enlistarse en cualquier corporación.
Estas tres distintas acciones, además de otra agresión que se dio la noche de ese mismo viernes en Periférico Norte contra otros agentes de la Fiscalía habla de un abierto desafío de los grupos delincuenciales a la autoridad cuyos motivos deben obligar una profunda investigación, más allá de lo que señaló ese mismo día el titular Gerardo Octavio Solís, al afirmar que era la respuesta de las mafias al trabajo realizado por la Fiscalía y que ha afectado sus intereses. Como debe ser, afirmó que “bajo ninguna circunstancia” se va a ceder ante estos ataques, pero es claro que hace falta mucho más que retórica para poner freno a los grupos delincuenciales que les tienen tomada la medida.
Desde luego serán clave las declaraciones de los tres detenidos, cuyas primeras versiones iban en el sentido de que estaban privados de su libertad, que bien puede ser una coartada para salir del embrollo en el que se metieron. Eso será lo primero que deberán esclarecer las investigaciones, para pasar luego a tratar de saber a qué respondió con precisión esta múltiple embestida, quién la orquestó y por qué contra la funcionaria y esos policías.
Como se sabe, la Fiscalía, como prácticamente todas las corporaciones policiales, ya sean federales, estatales o municipales, padecen en mayor o menor grado, la infiltración delincuencial. Habrá que ver hasta dónde esto fue un factor en lo ocurrido el viernes y si es parte o no de disputas internas en esa institución promovidas por las mafias desde fuera, para seguir gozando de protección. Eso es lo que parece estar de fondo y que el Gobierno estatal y su coordinación de seguridad deben investigar y aclarar.
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