Si el uniforme de Mark Zuckerberg es una camiseta gris, David Marcus, uno de sus principales lugartenientes en Facebook, prefiere una impecable camisa blanca, sin corbata, y un pañuelo blanco en el bolsillo cuando usa traje.
Esto es lo que llevaba puesto el ejecutivo de 46 años de edad a las 3 de la mañana en San Francisco el martes pasado para las entrevistas de televisión sobre su proyecto en el que pasó el último año: Libra, la nueva moneda digital de Facebook.
De hablar suave y conservando un acento europeo, así como un francés fluido por su infancia en Ginebra, Marcus se volvió el rostro público del audaz paso de Facebook a los servicios financieros.
“Cuando piensas en internet y todo lo que ha hecho para el mundo, ha hecho muchas cosas para muchos componentes, y miles de millones de personas. Dio acceso a todos a la información del mundo, democratizó el acceso a las comunicaciones gratuitas para todo el mundo. Pero el dinero se mantuvo igual”, dijo Marcus en una entrevista en el San Francisco Mint.
Lo contrataron para encabezar el servicio de mensajes de Facebook en 2014, lo nombraron para dirigir la carga hacia las criptomonedas en mayo de 2018 debido a su gran experiencia en pagos.
Abandonó la universidad en Ginebra para iniciar su primer negocio, GTN Telecom, en 1996, lo vendió cuatro años después y creó Echovox, que permite a las empresas de medios ganar dinero con las audiencias en los teléfonos móviles. Después creó la compañía de pagos móviles, Zong, que vendió a PayPal en 2011.
Menos de un año después, la compañía de pagos ascendió a Marcus al puesto de presidente, citando su “perspectiva de fundador” y su “energía de startup”. Se preparó para reformar su equipo de ingeniería y supervisar grandes adquisiciones, entre ellas la aplicación de pagos peer to peer, Venmo.
La oferta de Zuckerberg durante una cena para que se uniera a Facebook tomó a Marcus por sorpresa, esperaba hablar sobre una alianza de negocios. Su decisión de cambiar de empresa, a su vez, sorprendió a PayPal, mientras aumentaba las esperanzas de que Facebook hablaba en serio sobre su empuje hacia los pagos.
Marcus calificó la acción de manejar una empresa de 14 mil personas como un regreso a sus raíces. “Me di cuenta que mi papel se convertía en uno verdaderamente de administración, en comparación con mi pasión de desarrollar productos que esperaba que fueran importantes para mucha gente”, escribió en LinkedIn.
Amplió el servicio de mensajes de Facebook en varias direcciones, con el lanzamiento de Messenger for Kids, así como una versión ligera de la aplicación para atender los mercados emergentes.
También impulsó la introducción de nuevas funciones con potencial para la monetización. Messenger agregó pagos, tanto entre usuarios como de usuarios a empresas, promoviendo la idea de que la aplicación podría convertirse en un lugar para el comercio. Permitió que marcas como Bank of America y Burger King lanzaran chatbots y pagar para enviar mensajes patrocinados y colocar anuncios en las bandejas de entrada y feed de noticias de los usuarios.
Los resultados fueron mixtos. Messenger no se ha convertido en una plataforma importante para realizar compras, y algunas marcas abandonaron sus bots. El asistente virtual M, uno de los empujes hacia la inteligencia artificial más anunciados, fue promocionado como una herramienta que podía “comprar artículos, hacer llegar regalos a tus seres queridos, hacer reservaciones para restaurantes, organizar viajes, citas y mucho más”.
Al final, se requerían de demasiados humanos para cumplir con las tareas y el asistente Alexa de Amazon lo superó. M nunca se desplegó más allá de un pequeño grupo de usuarios beta y se cerró a principios del año pasado. (Facebook dice que lo que aprendió del proyecto ayuda a informar las “sugerencias M” automatizadas con las que más de 100 millones de personas interactúan cada mes).
Poco después, Marcus se separó de Messenger. En mayo de 2018, en medio de los crecientes escándalos por el mal uso de los datos por parte de Cambridge Analytica y las revelaciones sobre el alcance de la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 en EU, Zuckerberg anunció una revisión y reorganización ejecutiva de las divisiones de productos e ingeniería de la compañía.
Marcus recibió una nueva cartera: dirigir un equipo recién formado que explora la tecnología blockchain. Las personas enteradas de Facebook tomaron nota del hecho de que el nuevo puesto estaba fuera de la “familia principal de aplicaciones” —Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger— que genera los ingresos de la compañía.
El reciente giro de Zuckerberg a los mensajes privados y la codificación posicionó a Marcus para buscar oportunidades de negocio más allá del conjunto de dólares de publicidad de Facebook. Dirigirá una nueva subsidiaria de Facebook, Calibra, para administrar un monedero digital para Libra.
Dentro de Facebook, Marcus tiene la reputación de ser un mensch (buena persona), según sus colegas anteriores, aunque tiene un lado enojón. En un memorando filtrado durante su gestión como presidente de PayPal, reprendió a los empleados por no usar los productos de la compañía, diciendo que era “inaceptable”.
En septiembre pasado, también mostró que no se rinde. Después de que Brian Acton, cofundador de WhatsApp, le dijo a Forbes que lamentaba haber vendido su empresa a Facebook y que no estaba de acuerdo con las “prácticas comerciales, principios y ética y políticas” de la firma, Marcus respondió rápidamente. En una publicación pública en Facebook, dijo que el recuerdo de eventos de Acton “difiere mucho de la realidad de la que fui testigo de primera mano”.
“Llámame anticuado”, escribió. “Pero me parece que criticar a las personas y la compañía que te hicieron multimillonario y que llegó a un nivel sin precedentes para protegerte y darte cabida durante años, es vulgar. En realidad, es un nuevo estándar de vulgar”.
Puede que haya pasado la mayor parte de su carrera como empresario, pero agregó: “No hay ninguna otra gran empresa en la que pueda trabajar, ni ningún otro líder para el que trabajaría”.
Con información adicional de Hannah Murphy y Tim Bradshaw
