Casi dos meses después de haber sido consultados en las urnas, los españoles empiezan a observar como real la hipótesis de una repetición de las elecciones. Ya conocen esta experiencia, al recordar aquél nefasto 2016 que transcurrió con un gobierno en funciones y una parálisis institucional que el país no podía permitirse. La diferencia entre lo que ocurre ahora en la política española y lo ocurrido entonces es la placidez con la que el presidente actual afronta este bloqueo, frente a la presión mediática y social que había hace tres años hacia su homólogo y antecesor. Tan plácido panorama, que Pedro Sánchez ha decidido copiar la forma de actuar de Mariano Rajoy dejando eternizarse los problemas hasta que saque de la chistera la solución. De momento ya tiene encima de la mesa los primeros sondeos sobre lo que podría ocurrir si hay nuevos comicios generales: su mayoría quedaría apuntalada, el PP asentaría su posición de líder en el ministerio de la oposición, y Podemos y Vox sufrirían el envite perdiendo parte de los pocos apoyos que obtuvieron en abril.