Debido a la enorme polarización que existe, a la constante confrontación de puntos de vista, en nombre de los mundos enfrentados y de las visiones contrapuestas, he decidido empezar esta columna con rigor académico. Citando a uno de los sociólogos más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX y, por supuesto, de este siglo. Me refiero a Pierre Bourdieu, el ya clásico pensador de ciencias sociales que en enero de 1972 dictó una conferencia titulada “La opinión pública no existe”. Y ya que llegamos hasta aquí y hasta este endemoniado título, nomás para medirle el agua a los camotes y la teoría a los sociólogos, le voy a pedir a usted y a todos los que me leen que, ordenadamente, levanten la mano los que estén de acuerdo con el teórico francés y piensen que no hay opinión pública. Muy bien, ¡ya!, ¡bájenla! Ahora, levanten la mano los que piensan que sí hay opinión pública. ¿Habrá?
Como punto de partida, Bourdieu argumenta que las encuestas de opinión pública en realidad responden a intereses políticos y que la función más importante que tienen es “imponer la ilusión” de que la sumatoria de unos cuantos hace la verdad de todos.
En palabras del sociólogo “constituir la idea de que existe una opinión pública unánime y, así, legitimar una política y reforzar las relaciones de fuerza que la sostienen o la hacen posible”. Pero que conste que aquí no es así, ¿o sí? Aquí es a mano alzada y a la vista de todos, lo estamos haciendo de manera transparente, ¿o no? Yo no le estoy diciendo a usted qué tiene que responder. Libremente usted está levantando la mano, ¿verdad? A ver, otra vez, levanten la mano los que piensan que esta consulta es libre y que yo tengo la razón.
La gente muchas veces ni siquiera tiene una opinión sobre lo que se le pregunta, dice Bourdieu, por lo que termina votando por la fuerza política que consulta su opinión. Por su parte, el “ser político” que cuestiona, disimula su fuerza y da la idea de que todos están de acuerdo con él. Regresando a las palabras precisas del escritor: “En suma, expresándolo de forma sencilla, el hombre político es el que dice ‘Dios está de nuestra parte’. El equivalente de ‘Dios está de nuestra parte’ es hoy en día ‘la opinión pública está de nuestra parte’”. Algo así como hacer lo que a uno le da la gana haciéndole creer a los demás que se hace lo que ellos quieren. Ya sé lo que está pensando, pero le juro que Bourdieu murió el 23 de enero de 2002 en París, es decir, ni siquiera pudo imaginar que en 2019 a los mexicanos nos sonarían y resonarían sus palabras.
En concreto, lo que el pensador francés quiere subrayar es que no existe la opinión pública, “al menos bajo la forma que le atribuyen los que tienen interés en afirmar su existencia”. ¿Será entonces que las encuestas de opinión son un arma política del poder para ejercer más poder?
A ver, a ver, levanten la mano los que ya se dieron cuenta que quiero que levanten la mano cuando les digo que levanten la mano. ¡Muy bien! ¡Bájenla! Ahora, no levante la mano nadie porque es de todos conocido que esta opción no es la que a mí me gusta. ¡Muy bien! Ya está. Va el Tren, va la Refinería, no va Texcoco y no va el Metrobús. Bajen las manos y, de paso, la mirada también.
@olabuenaga
