Los periodistas somos amigos de escritores, pintores, bailarines, compositores y músicos o teatreros, siempre y cuando hagamos el trabajo a su gusto. Cualquier discrepancia, avalancha verbal o escrita de quienes se sienten agraviados (lo he vivido), si no los pelamos, el comentario es simple: no me quiere. El reportero no tiene derecho a tener criterio. Es el artista el de sentido de comprensión. Obviamente no estoy de acuerdo. Un reportero que estudia e investiga y ama su trabajo alcanza a tener un conocimiento de sus gustos literarios, musicales o en el área que se especialice. La prensa cultural vive en decadencia, mucho en parte por un gremio que se empobreció por enclaustrarse en capillas caducas, negadas a los cambios...
Los funcionarios de cultura jamás confían en un reportero y prefieren hacerlos amigos para tener buena prensa y, muy importante, tener un jefe de medios para detener los golpes, vía dádivas. Los reporteros de cultura siempre estamos sujetos a ese escrutinio. Es de lo más difícil conseguir exclusivas en el campo cultural justo por esta razón. Claro, no es diferente a otros segmentos como la política, donde la cerrazón es “no te pago para que me pegues”. ¿Así o más claro? Todos sabemos la respuesta de AMLO a preguntas impertinentes: “De eso no voy a hablar”.
Hablo de esto, a raíz del trabajo de Notimex sobre los becarios del Fonca, nada que ver con la “desaparición” de la institución. Yo lo vi como información que, por otra parte, conocíamos los del gremio. Irma Gallo lo hizo “su exclusiva”. Y perdón, pero lo hizo bien. Lo único malo es que viene de una agencia de gobierno, como si algunos medios de comunicación no fueran directa o indirectamente del sistema. “Hitleriana”, “stalinista”, “acoso a los artistas e intelectuales”, “persecución” y una serie de descalificaciones irracionales. El problema no es el reportero. El problema es la dirección de la Secretaría de Cultura con los vaivenes erráticos en sus distintas instituciones culturales a su cargo, incluido el Fonca. Alejandra Frausto no sabe dirigir y vuelve caótico lo que debería ser central de la cultura. No le hace ningún favor al presidente AMLO.
Notimex no existía porque no obtenía exclusivas. Era un medio acrítico. Hoy, con críticas y todo, miramos lo que trabajan sus reporteros. Algo está moviendo su directora Sanjuana Martínez, polémica en sus temas. Nadie debería sorprenderse. Lo del Fonca es un anuncio de quiénes han obtenido más becas en esos 25 años. Información que nadie puede desmentir. Ninguna “criminalización”. Una obra será más importante que el mismo autor y su ego herido. Eso es lo único que debe importar. ¿Qué sigue? El tiempo indica que habrá democracia y rigurosa selección de los jurados para conocer otros rostros de la cultura en las becas del Fonca. ¿Bueno o malo? Otra vez: el tiempo nos dirá si los más becados son más destacados que las generaciones que vienen. Si el Fonca se equivoca, tampoco pasa nada. La obra —a pesar del autor— siempre tendrá su camino. Dos ejemplos: Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor, que rebasó con mucho a más de una generación de escritores, y que realizó con beca del Fonca. O Javier Marín, obra sin becas.