Amigos del parque Amate de Sevilla, asociación que preside, José Verdón Pérez, ha denunciado el estado de abandono y la falta de mantenimiento y vigilancia que tiene este pulmón verde de la ciudad de 31 hectáreas de extensión «que en diez años ha visto desaparecer 600 árboles», señala el líder vecinal.
Las plantas aparecen quemadas, volcadas por el viento o simplemente no están y los esfuerzos que ha hecho la asociación con varios expertos por restaurarlas no han surtido efecto.
«Llevamos dos años trabajando en ello —dice Verdón— concretamente, Leonardo Casasola de la Sociedad Española de Ornitología y secretario de nuestra asociación, el profesor universitario Carlos Romero Zarco, que aportó sus conocimientos para la ornamentación de las puertas; el capataz, Juan Cobano; José Elías, que ha sido director de los parques sevillanos durante casi 40 años y Carlos Antolín, del Ayuntamiento de Sevilla. Hemos entregado una propuesta de mejora de la vegetación que es muy avanzada ecológicamente y supondría introducir más de 600 árboles, aumentar la masa vegetal en 10.000 metros cuadrados más y otras plantas que rodearían el recinto de varios miles de metros lineales». Pero el Ayuntamiento, según Verdón, no ha atendido esta propuesta a pesar de su «impacto ornamental de gran belleza en las 6 puertas del parque y de que las trepadoras y especies en todo el perímetro exterior aislarían del ruido y contaminación del tráfico rodado».
El presidente de la asociación urge a que se tomen medidas contra la falta de servicios básicos en el parque Amate y asegura que «no asumimos la política de “tierra quemada” que se viene practicando desde el Ayuntamiento sevillano, situando a nuestros barrios del distrito Cerro-Amate a la cola de la convivencia y equipamiento social, impasible e insensible ante el aumento de la marginalidad de su población, que ve incrementar las casas de prostitución, los casinos de juego, la ocupación de viviendas y los mercadillos informales y sin ningún control sanitario».
Entre esos servicios ausentes de ese parque tan frecuentados por los vecinos cita el «bar, que está cerrado a cal y canto desde Feria por incumplir su contrato y pendiente de su adaptación a minusválidos».
«Los aseos —sigue— están cerrados y solo los abren cuando hay algún acto especial. Dicen que los cierran los demás días y que tienen que dosificarlo para evitar el vandalismo. De modo que un fin de semana hay aquí cientos de personas y el aseo cerrado. Tampoco hay bastantes fuentes de agua potable. Sólo 3 para 31 hectáreas cuando el Parque de los Príncipes, con 11 de superficie, tiene 9».
Verdón asegura que la vigilancia del recinto la hace «un vehículo que se da una vuelta también por los 14 parques restantes de Sevilla» y algún que otro patrullero policial y echa de menos al cuerpo de vigilantes de parques que desapareció en 1981.
«Es verdad que el Ayuntamiento ha plantado 2.500 plantas de tagete y arbustos en la Glorieta del Canódromo, que ha puesto el riego automático y la iluminación de led pero eso no es suficiente ni perdurará si no hay vigilancia», comenta.
Recuerda, que los caminos necesitan arreglo, que la falta de limpieza es evidente en gran parte del recinto y que existen juegos infantiles, como la «montaña de adoquines» que «pueden provocar un grave trauma craneo- encefálico a niños, por su altura y desprotección total, falta de barandillas, peldaños rotos e inadecuados, que incumplen las normas europeas sobre prevención de accidentes».