Ni uno
No conozco un solo venezolano que no viva en zozobra. Ni uno. Hemos perdido el sueño, la quietud, la confianza y la convicción. No tengo duda en señalarlo: la secreta negociación de Noruega ha sido el peor error estratégico que se ha cometido en los últimos años, nos ha sumido en el letargo.
¿Qué se negocia? ¿Nuestra “pacífica” esclavitud?
De espaldas al pueblo
Nadie se explica cómo en el mejor momento de la oposición, en el que habíamos alcanzado los mayores avances y teníamos a la tiranía acorralada, en secreto, de espaldas a los principales aliados nacionales e internacionales, peor, de espaldas al pueblo de Venezuela, se decidió –otra vez– desviar la rebelión popular e irse clandestinamente a Noruega a dialogar.
¿Por qué?
Un doliente más
Perdimos la iniciativa y el rumbo, pero lo peor fue que perdimos la confianza de la gente. La decisión fue un desastre que se debe rectificar cuanto antes. No soy quién para levantar acusaciones, no lo haré, pero sí soy un doliente venezolano que se angustia y alza su voz crítica por lo que sucede. Somos muchos, somos mayoría los que así nos sentimos. ¿Será posible rectificar?
Estoy convencido de que sí, estamos a tiempo.
Seis meses
Pese a mi señalamiento crítico, quiero dejar claro que apoyo al presidente Juan Guaidó, su esfuerzo, su desafiante coraje y su convicción liberadora. Lo conozco bien, no hay un ápice de duda en él sobre cuál debe ser el curso de los acontecimientos y cómo alcanzar el cese de la usurpación. Sin embargo, me pregunto: ¿quienes lo acompañan estarán tan persuadidos como él?
Esa respuesta la dará la historia, tienen seis meses para cambiar su curso. Seis.
¿Enloquecimos?
Le atribuyen a Einstein una frase que no he logrado saber dónde lo dijo ni en qué contexto, pero sea de él o no, la usaré: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Nosotros, insisto, por razones incomprensibles estamos empeñados en hacer lo mismo una y otra vez con los mismos resultados siempre: la decepción nacional.
¿Estamos locos?
El tuit de Almagro
Cuando Luis Almagro, quien ha sido el mejor aliado internacional que ha tenido la causa de la libertad en Venezuela (más que el presidente Trump y que cualquier otro), solicitó en un sorprendente tuit una investigación por supuestos actos de corrupción en la oposición, comprendí nuestra fatalidad: Noruega no sólo nos extravió de la libertad, nos extravió de nosotros mismos.
¿Qué nos pasó?
El derecho a decirlo
A Voltaire se le adjudica una célebre frase que, como la de Einstein, se duda sea de su autoría: “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo.” Lo mencionó porque el tuit de Almagro –insisto: el mejor y más decidido aliado que tenemos– se hizo eco de un trabajo de investigación periodístico publicado en el portal PanAm Post, cuyo autor es el joven periodista Orlando Avendaño.
¿Defendemos con la vida su derecho a decirlo?
¿Verdadero o falso?
La polémica denuncia de Avendaño –que tiene aciertos y desaciertos periodísticos– ha levantado un enconado debate sobre la pertinencia de su aparición por el delicado momento en que vivimos. No analizaré el artículo, ya mucha gente lo ha hecho. Pienso, eso sí, que al margen de que se aclare la veracidad o falsedad de lo revelado, el resultado de su publicación será positivo.
¿Positivo?
¿De qué hablo?
Por un lado, la inmediata y acertada respuesta del presidente Juan Guaidó y de su embajador Humberto Calderón solicitando una investigación (caiga quien caiga) mostró un radical cambio de actitud en la lucha contra la corrupción en Venezuela. Por otro, el cabal y diligente desempeño de Lester Toledo que dio la cara y respondió con integridad a las acusaciones, son muestra de que el espíritu de la época cambia. Y con la época, algo también cambia en Venezuela.
Pero, ¿es ese cambio suficiente para la libertad? No.
Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor
Lo más positivo del tuit de Almagro y del artículo de Avendaño es que nos despierta del letargo en el que estamos. Estoy convencido de que seguirán apareciendo denuncias: somos un país apestado, caótico, corrompido hasta el tuétano por la lepra chavista. Mientras perviva la tiranía habrá de todo. ¿Qué hacer? ¡Carajo, liberarnos!, recuperar la ruta de la rebelión popular, cesar la maldita usurpación, desafiar en todos los escenarios a la tiranía chavista hasta derrocarla. Olvidarnos de paños húmedos, de gobiernos postizos, de diálogos apaciguadores, volver a la Operación Libertad. Lo demás es alargar nuestro patético drama.
En una frase que sí es de Churchill sentenció que para liberarse del nazismo haría falta: “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. ¿Seguimos dialogando en Noruega o luchamos en Venezuela?
¿Dónde dialogó Bolívar?
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