LA HABANA, Cuba. – Mientras en la media hora de la Mesa Redonda se dedican a hablar sobre la distribución de los uniformes y la reparación de las escuelas, el final del curso se acerca y hay otros detalles más importantes que debieran cambiar y de los que no se habla.
“¿Pero tú no lo sabes?”, ironiza Alfonso, un padre preocupado en Santo Suárez. “Ya Alfonsito está en la universidad”, pero el caso es que Alfonsito tiene solo 9 años y no tiene que ir a la escuela desde hace casi un mes.
“Solo van a hacer la prueba. No hay un repaso. No hay nada. Ya se les acabó el contenido en las primarias”. Eso no lo entiende nadie. Ni Yusy, ni Lucinda, ni Zunilda, ni Maylín, ni Pedro, ni otros tantos padres a los que se les preguntó.
“Aquí en Luyanó este año el caso del “osico” fue sonado. Eso llegó hasta el municipio”, cuenta Susel, otra madre en Diez de Octubre.
“La maestra mandó a hacer un párrafo con la palabra ‘osico’ y cuando los padres fuimos a reclamar por el disparate, ella tenía hasta una investigación echa sobre el tema”, agregó. Según la maestra, esa palabra venía de “oso” y por tanto no era un disparate.
“¿Y sabes lo que generó eso verdad? Que en la casa la niña cayera en crisis porque decía que la maestra la iba a coger con ella si no hacía la tarea como la mandaban”, se queja Susell.
Otra madre de la misma aula asegura tener un libro de gramática y ortografía para contrastar las lecciones que reciben en el aula.
“Cada vez que ella hace una de las suyas, yo le tiro fotos al fragmento que necesitamos y se lo llevo, para que aprenda con nosotras ya que educación no tiene un plan con esta muchachita”, dice la mujer, y enumera disparates como “haiga, semafaro, malas conjugaciones de verbos, venemos, tuallas”.
“Fíjate si parece cosa de universidad que ayer hubo prueba de Español en toda la ciudad porque las pruebas están viniendo de la provincia, ya no se hacen en la misma escuela”, dice Merlyn, madre de una niña de sexto grado en la Habana Vieja.
“Los tuvieron desde las ocho de la mañana hasta las 12 del día sin probar ni siquiera un buche de agua. Eso es abusivo porque ellos querrán llevar el régimen que quieran pero nuestros hijos siguen siendo niños de 11 años de edad”, se queja.
Tampoco entiende por qué las pruebas tienen que venir del municipio o de la provincia si “esos funcionarios no saben qué contenido se impartió en cada escuela”.
La educación en Cuba lleva un periodo de “perfeccionamiento” que todos supusieron que sería para agregar contenidos y no para politizarlos más o para descargar los programas de contenidos. Es lo que, a modo general, sienten los padres de varias enseñanzas a los que se les preguntó.
“Cada vez está más flojo lo que dan y entonces quieren parecer rigurosos (…) todo es una fachada”, dice sobre la educación actual un maestro retirado que accedió a conversar con CubaNet.
“Han confundido el término y creo que hay mucha superficialidad en el sistema educativo. Hay mucho control y poco contenido”, agrega.
La repasadora del hijo de Nairobis es otra maestra de la misma escuela, “pero le pago, no para que me lo repase, sino para que me le dé el contenido de 4to grado que no recibe en la escuela”.
Así perciben padres y madres el sistema de educación en Cuba mientras la Mesa Redonda se regodea en los logros, en “lo bien que ha ido este curso escolar” o “en que este año no ha habido ningún escándalo grande”.
“No hubo ningún escándalo porque nadie la armó”, señala un vecino de la Plaza Roja, en la Víbora, que dijo haber salido “espantado” cuando escuchó a la directora municipal de educación en uno de los tantos actos que allí se celebran.
“Dijo (la funcionaria) que el estudiante que no hubiese firmado el compromiso por el sí de la Constitución que ni se apareciera porque no tenía derecho a hacer prueba de ingreso (…) o sea, que volvemos a la época en que los estudios estaban condicionados por las decisiones políticas”, se cuestiona el hombre.
Para el maestro “este será un año gris para la educación”, y su comentario apunta a “hechos” que ni él mismo quiere dar por acertados, pero que califica de “tristes y miserables“, como “la campaña por el Sí que hubo en escuelas primarias, como si ellos (los niños) votaran”.
“Mi nieto mismo estuvo a punto de que lo sacaran con carteles a la calle y tuvo menos horas lectivas de las que necesitaba en su segundo grado”, relata el hombre, que no se atreve a mencionar responsables de la situación de la educación en la isla, claro ejemplo de como servicio gratuito cobra un precio cada vez más alto por la incompetencia de los maestros y sus bajos salarios. Es la desidia de un sistema muy preocupado por la forma y no por el contenido.