Trump no nos va a dejar en paz. A ver si nos enteramos. Al matón del barrio no lo amansas a punta de amabilidades y concesiones. Al contrario, se envalentona cada vez más. Para la próxima, pagaremos el doble. Terminará por endosarnos sus jodidos aranceles de todas maneras. Nosotros, mientras tanto, ya habremos cubierto la factura de dar techo y comida a cientos de miles de inmigrantes ilegales. Un gasto no previsto en los presupuestos de la 4T. La plata era originalmente para los ninis, ¿no? Pues, la van a tener que compartir, oigan.
Eso nos pasa por creernos paisito de ligas menores en lugar de vernos como lo que somos. ¿Qué somos? Una potencia industrial, señoras y señores. El primer socio comercial de la economía más grande del planeta, para mayores señas. Lo he repetido decenas de veces en estas páginas. Se impone, sin embargo, la visión pobrista de la realidad nacional. Como si una cosa excluyera a la otra. O, más bien, como si el hecho de que millones de mexicanos viven en la miseria nos obligara a desconocer la existencia de portentosas plantas ensambladoras o de esos campos de cultivo tan productivos como los de cualquier gran exportador.
Ah, pero escuchen el discurso nacionalista de patrioteras consonancias. Ahí somos, de entrada, los perdedores de siempre y necesitamos por ello producir todo lo que nos venden los de fuera. Bueno, no todo. Lo más básico, más bien. O sea, la tortillita, los frijolitos, el pan nuestro de cada día y algunas cosas más por ahí. Los BMW y los iPhone y las pantallas planas no figuran en la utopía programada, me parece, aunque en estos pagos armamos coches y exportamos toneladas de electrodomésticos. Hablando justamente de esto, no logro resolver la ecuación de aspirar a no consumir las mercaderías del exterior y esperar, al mismo tiempo, que nos compren lo que fabricamos aquí. O, ¿se trata acaso de que ya nadie le compre nada al de enfrente? ¿La idea es que cada nación del mundo produzca todo lo que consume en una suerte de sistema multinacional de autarquías? Puede ser, oigan. En todo caso, The Donald volverá a las andadas. Ya lo verán. Él también quiere lo mismo, si te fijas: se queja de que le vendemos muchas cosas. Bueno, en eso sí que estamos en plena sintonía. Algo es algo…
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