Papá, no sabes cómo me arrepiento de no haber hecho las cosas un poco mejor de lo que fueron. Cuando tenía a mi familia completa, creo que me faltó apreciarlos un poco más de lo que lo hacía. Si pasaba tiempo con ustedes, les decía cuánto los quería y disfrutaba cada instante a su lado. Aun así, creo que no aproveché el tiempo como debía ser. Ahora que te has ido al cielo, solo puedo decir algo: “No sabes la falta que me haces, papito”.
Desde pequeña, la relación que tuve contigo fue muy cercana. Tal vez sea cierto eso que dicen que siempre tienes más afinidad con el padre del sexo opuesto. Eso no quiere decir que no me llevara bien con mamá, pero entre tú y yo había una complicidad que jamás nadie pudo igualar. Me encantaba pasar tiempo contigo y, sin duda, guardo miles de recuerdos importantes en mi corazón.
Mamá me apoyó mucho, estuvo a mi lado esas noches en vela cuando yo enfermaba, pero tú también hiciste lo tuyo. Aunque pasabas gran tiempo fuera de casa, siempre que llegabas buscabas ponerte al corriente con lo más importante: yo. Así estuvieras cansado o tuvieras mucho trabajo, estabas al pendiente de mí. Tú fuiste quien me enseñó a decir mis primeras palabras, quien me enseñó a no rendirme en todos los tropiezos que tuve. Gracias a ti, comprendí lo que era un compañero de verdad.
Conforme fui creciendo, parecía que nuestros caminos se distanciaban. Ya no pasábamos tanto tiempo juntos. Ahora yo me enfocaba más en mis estudios que en divertirme un rato a tu lado. A veces tú llegabas con helado o para platicar de algo y yo simplemente te decía que “luego” lo hacíamos. Me apuraba más terminar mis labores, que aunque eran importantes, no eran tan valiosas como tú. Otras veces preferí irme de fiesta en lugar de quedarme con mamá y contigo a ver una peli. O simplemente estar juntos aunque no tuviéramos nada de qué hablar. ¡Qué tonta fui! En ese momento no vi la gravedad de mi error. No me di cuenta de que el tiempo se me esfumaba entre las manos y yo no hacía nada por aprovechar los momentos a tu lado.
Seguía creciendo y cuando pasó mi etapa de fiestas y relajo volví a retomar mi vida familiar. Pasaba más tiempo con ustedes. ¡Doy gracias por eso, pues no sabes la falta que me haces! Si hubiera sabido que sería poco el tiempo que te quedaba, hubiera dado varios de mis años anteriores con tal de verte más. Por fortuna, pude aprovecharte y disfrutar cada momento contigo. Ahora, aunque tuviera mucho trabajo o estuviera cansada, era yo quien dedicaba tiempo a ti y no importaba que lo demás tuviera que esperar. Logré comprender aún con tiempo que era más importante disfrutarlos a ustedes, que preocuparme por cosas que jamás tendrían el mismo valor.
Luego de varios años caíste enfermo y en menos tiempo del que imaginaba te fuiste. Me dolió mucho tu partida y debo decir que me dejó un gran hueco en el corazón. Aún no he podido superarlo, pero me quedo con los buenos momentos que tuvimos tú y yo. Cantando, corriendo por la casa, haciéndonos caras chistosas. Gracias por ser mi papá, por ser mi maestro, por ser mi amigo. Aunque sí, no sabes la falta que me haces papito…
The post Ahora que ya no te tengo, me doy cuenta la falta que me haces, papá appeared first on Yo amo los zapatos.