<p>¿Qué elegimos? ¿A Dios Padre todo poderoso que hizo el cielo y la tierra o a unos ídolos que no pueden salvarnos?</p><p>Los romanos tenían una multitud de dioses y diosas, encargados cada uno de algún aspecto de la vida diaria y a ellos le dedicaban fiestas, saraos y mojigangas con profusión. Muchos de sus escritores le dedicaron gruesos libros de los que San Agustín se burló a conciencia en su obra La Ciudad de Dios.</p>