El Ayuntamiento ha invertido cinco millones de euros para restaurar esta joya neomudéjar que ha permanecido un siglo sin poder visitarse
Durante más de cien años, el histórico frontón Beti Jai, un edificio único mezcla de estilo ecléctico y neomudéjar, ha permanecido oculto para los madrileños. Hasta este jueves. El inmueble, obra del arquitecto Joaquín Rucoba, se inauguró en 1894, cuando la pelota vasca era muy popular en Madrid (llegó a haber hasta 18 frontones), y estuvo en uso hasta 1918. Desde entonces ha servido como taller de coches, comisaría de policía, almacén y hasta cárcel. Después fue abandonado y su preciosa arquitectura se fue degradando entre críticas de vecinos y defensores del patrimonio.