“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto.
La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños
y al final, un disgusto grande”
Jacinto Benavente
El 15 de marzo de 2017, López Obrador entonces presidente de su partido, acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington, a presentar una denuncia en contra de las órdenes violatorias de derechos humanos emitidas por Donald Trump y mencionó que como no actuaba el gobierno de México, porque estaba subordinado y callado ante su prepotencia, tenía que hacerlo él.
Han pasado sólo 2 años y 3 meses y el pasado 8 de junio, en un acto de verdadera sumisión, denominado ilusamente en defensa de la dignidad nacional y en favor de la amistad con Estados Unidos, efectuado en Tijuana; el ahora Presidente López Obrador, le mandó a decir a Trump, que le ofrecía la mano abierta y franca, y le reiteraba la disposición a la amistad, al diálogo y la colaboración.
Este cambio de postura, fue precedido por la amenaza del Presidente estadounidense de que si México no actuaba en el tema de los flujos migratorios de centroamericanos, se impondrían aranceles a los productos mexicanos, algo que se suspendió supuestamente, gracias a las negociaciones.
Los acuerdos según se ha dicho, fueron: desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur de México a partir del lunes. Las personas que soliciten asilo a Estados Unidos se quedarán en México mientras esperan la resolución de su trámite y se les ofrecerán oportunidades laborales y de acceso a educación y salud, un proceso que puede durar meses o incluso años.
También acordaron que en 90 días se hará una revisión de las medidas adoptadas y en caso de que no se obtengan buenos resultados, habrá medidas adicionales y, por último, que ambos países trabajarán por convertir a Centroamérica en una zona próspera y desarrollada.
Sin embargo, en este tema hay verdades a medias, porque Trump dijo en Twitter, que México ha accedido a empezar inmediatamente a comprar grandes cantidades de productos de los agricultores norteamericanos; y agregó que, durante décadas, México no había cooperado en temas fronterizos y que confiaba que ahora sí, pero que, si no, podría volver a la rentable postura de los aranceles.
Trump ha señalado que existe un acuerdo firmado que después se dará a conocer y que involucra al poder legislativo de México, lo que ha sido negado por diversos funcionarios mexicanos; ojalá que digan la verdad, porque tenemos derecho a saber lo que realmente se pactó.
Fue llamativo y generó polémica, que Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados, haya hecho la denuncia pública, de que la Secretaría de Relaciones Exteriores estaba asumiendo atribuciones de la Secretaría de Gobernación en materia migratoria, y que con ello se violaba la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
López Obrador seguro ya se dio cuenta, que no es lo mismo ser candidato y ofrecer soluciones rápidas y hacer señalamientos enérgicos; que ser el Presidente en funciones y contar con las atribuciones, así como las responsabilidades propias del cargo; puesto que ahora, no puede evadir lo que antes dijo, y evitar que se hagan comparaciones.
Una encuesta recientemente dada a conocer a nivel nacional, señala un nivel importante de respaldo al Presidente en impedir la llegada de inmigrantes centroamericanos; y hay razones para ello, puesto que es evidente, que los recursos, apoyos y las oportunidades que se ofrecen, apenas y alcanzan para los mexicanos.
Es lamentable, que, por presiones externas, hasta ahora se ponga atención en el tema migratorio; pero parece que ésta será, una historia de nunca acabar y que mientras nos dejemos, estaremos a merced de los caprichos y amenazas de Trump.
*Abogado y Maestro en Derecho Constitucional y Amparo. Magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa 2010-2017