Los Warriors están al borde de todo en estas Finales 2019 de la NBA, sobre todo en el aspecto físico ya no sólo con la devastadora lesión de Kevin Durant sino con lo que arrastran hombres como Curry, Thompson, Looney o Iguodala. También están al borde de la derrota; salvaron el primer match-ball en la noche del lunes en Toronto, pero les quedan dos más si quieren repetir como campeones de la NBA. En ese quinto encuentro se dio otra circunstancia que quizás ha pasado un poco desapercibida, pero que entraña una dificultad grande y, sobre todo, empírica.
Draymond Green recibió una técnica por protestar que puede ser importante. Es la sexta en lo que va de playoffs y la reglamentación de la NBA estipula que hay una suspensión automática de un partido sin jugar cuando se llega a la séptima. Si los Warriors quieren ganar el Anillo, tienen dos partidos que deben ganar; si a Green se le señala una nueva técnica en el sexto, se perderá el séptimo lo haya o no.
Hay que viajar hasta 2016 para entender el contexto de lo que esto supondría porque no es una situación novedosa. En aquella ocasión los Warriors ganaban 3-1, el resultado que los Cavaliers lograron remontar y que supuso todo tipo de burlas hacia los de Oakland. En el quinto partido a Green se le señaló una flagrante por golpear con la pierna a LeBron James en la entrepierna, lo que le llevó a estar suspendido para el sexto encuentro: los Warriors perdieron ése, el siguiente y el último, los tres, y dejaron escapar el anillo de campeón después de su histórico 73-9 en la fase regular, récord total en la NBA.
Green es un valor seguro para el técnico Steve Kerr y más ahora que no está Durant. Su versatilidad es una de las joyas de la corona de estos Warriors, pero su vehemencia excesiva le lleva a estar otra vez en esta situación límite.
