La amenaza de la imposición de aranceles del 5 por ciento a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos terminó de alborotar un ambiente económico enrarecido por los resultados poco alentadores del primer trimestre, así como por la larga incertidumbre que mantiene a la expectativa a los inversionistas. Varios sectores saltaron escandalizados por el temor a los efectos que podría tener un costo adicional en las exportaciones al vecino del norte: aparecieron palabras como crisis, recesión y pérdidas, pero también emergieron voces que mencionan las formas de responder desde el interior de la economía.
No es una cuestión nueva sino que se trata de una respuesta postergada a problemas añejos. La dependencia de un solo mercado, que concentra más del 80 por ciento de las exportaciones, así como la falta de diversificación de mercados de destino y del desarrollo de nuevos rubros exportables, tiene como principal riesgo que cuando hay algún problema con el comprador, se puede dar la pérdida de los ingresos. Cualquier desequilibrio, cambio de reglas, recesiones, mejores ofertas de otros países, nuevos aranceles o decisiones unilaterales pueden afectar a las exportaciones. Y cuando se depende de un sólo mercado, las consecuencias son mayores.
Ante el temor de perder ingresos externos si se aplican los aranceles a los productos mexicanos, el sector privado llamó a fortalecer el turismo como una forma de enfrentar la situación. El presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur), José Manuel López Campos, dijo que el turismo no se ve afectado por las sanciones internacionales en materia de comercio y que con el apoyo al desarrollo turístico se pueden incrementar la generación de riqueza y los empleos. En este sentido, el turismo tiene algunas ventajas demasiado importantes: no sólo representa el 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y genera 10 millones de empleos, sino que es uno de los sectores más dinámicos y de mejor distribución de los ingresos.
Igualmente, otra propuesta del sector privado es acercarse a otros mercados en busca de nuevos compradores para los productos mexicanos. Desde hace años hay grandes oportunidades no atendidas en los países asiáticos, en los europeos y en las economías latinoamericanas. Hay numerosos tratados y acuerdos comerciales que podrían ser mejor explotados, así como mercados emergentes que demandan productos y que podrían no solamente pagar bien sino ayudar a descomprimir la dependencia.
Y una cuestión interna que debe ser respondida con celeridad y precisión es la competitividad: una economía que tiene problemas con la calidad de su producción, que tiene poca innovación, que diversifica poco su oferta exportadora y que no es capaz de ajustarse rápidamente a los requerimientos de los mercados cambiantes, tiene pocas probabilidades de romper la dependencia y conquistar nuevos destinos. La verdadera respuesta a las amenazas externas está en la fortaleza interna. Por ahí debemos empezar.
@farinaojeda