El primer proceso electoral en la Cuarta Transformación dejó un saldo, por así decirlo, positivo para el gobierno de Morena y el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pese a no llevarse el carro completo al viejo estilo priista, obtuvieron las dos gubernaturas en juego, aunque ya se preveía el escenario por los contextos políticos de Puebla y Baja California.
Sin embargo, el detalle que sale a relucir es en el voto ciudadano más directo, el de los ayuntamientos en el país. Ayer fueron votaciones para renovar presidencias municipales en Durango y Aguascalientes, un botín político interesante en donde termina imponiéndose el PAN en ambas entidades.
El resultado debe prender las alarmas en Morena a nivel nacional y en estados como Hidalgo donde se celebrarán elecciones el siguiente año.
¿Por qué el rechazo ciudadano a los candidatos de Morena en los municipios duranguenses e hidrocálidos?, ¿no se supone que todo mundo anda encandilado con el Presidente y sus conferencias mañaneras, su lucha contra la corrupción y todo eso?
La realidad siempre llega en forma de voto y el rechazo se debe a múltiples factores, pero en particular, se puede citar que ya se perdió la confianza en el nuevo gobierno a tan solo seis meses de que llegaron a Palacio Nacional.
El ejemplo más claro es en Hidalgo. Morena y sus coordinadores nunca se pusieron de acuerdo, prometieron y al parecer no cumplieron con quienes les apoyaron en campaña. Si hoy fueran las elecciones municipales del estado, seguramente el voto de castigo se impondrá por encima de la razón.
Hace una semana se podía decir que Morena ganará en 2020 unos 40 a 60 municipios de Hidalgo; hoy, tras ver Durango y Aguascalientes, puede que no alcance ni a superar al PRI.
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